¿Qué comeremos en el futuro? Una predicción gastronómico-ci-fi de Mar Calpena a partir de las respuestas de la futuróloga de la alimentación Morgaine Gaye.
LET’S GET
Por
Mar Calpena
Todo periodista con ínfulas más o menos literarias se esfuerza por acabar sus reportajes en alto, con la anécdota más explosiva o que mejor resuma la historia. Vaya por delante que este texto es un fracaso en ese sentido. Decía Mark Twain que la verdad es más extraña que la ficción, porque la ficción tiene que ajustarse a lo posible. Y ¿quién hubiera creído posible que un icono de la oposición contracultural a la Guerra del Vietnam daría origen al culto al cuerpo de las últimas tres décadas, además de crear ella solita la industria del vídeo doméstico? Pero esto es lo que sucedió hace casi treinta y cinco años.
El aerobic trascendió pronto a otros ámbitos de la cultura
mediante los calentadores y el pop.
En 1981, los estadounidenses le habían perdonado a Jane Fonda que hubiera sido Hanoi Jane una década atrás y, con dos Oscar a sus espaldas, la actriz se encontraba en un gran momento profesional. Además, había dejado atrás la bulimia gracias al ballet, pero una lesión durante el rodaje de El síndrome de China la había llevado a abandonar la danza. Encontró la alternativa de manos de la instructora Leni Kazden, quien la formó en un método hasta entonces poco conocido que se llamaba ‘aerobic’. Kazden y Fonda pronto se asociaron para crear un estudio en el que impartir la disciplina, y en el que la propia Fonda ejercía también de profesora. En 1980 llegó el siguiente paso, con la publicación de un libro sobre el método, que se convirtió en todo un best seller. Pero en aquel entonces casi nadie tenía vídeo en casa –la propia Fonda admite que no compró uno hasta más tarde–, y los que sí, lo utilizaban mayormente para grabar programas de televisión. Una película como Star Wars, destinada al mercado de alquiler, costaba unos ciento veinte dólares y una cinta que vendiera veinticinco mil unidades se consideraba un gran éxito. Pero un avispado aunque poco exitoso productor de vídeos de bricolaje, Stuart Karl, se dio cuenta del potencial del libro, y contactó a Fonda a través del entonces marido de ella, Tom Hayden. Hayden y Fonda habían creado un proyecto, la Campaign for Economic Democracy (CED) para promover la justicia social en California a través de la energía solar, la protección del medioambiente y la defensa de los derechos de los inquilinos. Karl también estaba próximo a las ideas de la , y pese a la inicial reticencia de Fonda a rodar vídeos de aerobic, la persuadió con el argumento de que los beneficios ayudarían a financiar la CED. Porque lo que Karl intuyó es que los consumidores sí estaban dispuestos a pagar por una cinta a la que, al menos en teoría, sacarían jugo a diario. Y en un sector, el del fitness, que aún daba sus primeros pasos, el vídeo ofrecía la posibilidad de dar clases en la comodidad del salón de casa (los gimnasios de los primeros ochenta seguían siendo más Toro salvaje que Fama). El primer vídeo se grabó en un plató construido por el propio equipo de rodaje (el estudio de Fonda no se podía utilizar porque los espejos reflejaban el movimiento del único cámara), con instructores y clientes de la escuela como extras. Jane Fonda’s Workout salió al mercado el 24 de abril de 1982. El primer mes vendió unos modestos tres mil ejemplares, que subieron hasta doscientos mil en su primer año. Sus ventas totales ascienden a diecisiete millones de copias. Fonda, quien hace cuatro años aún sacó un DVD de ejercicios dedicado a la tercera edad (el título número veintinueve de su carrera en el género), se convirtió en la primera persona no dedicada a la ingeniería en ingresar en el Salón de la Fama del Vídeo. Ni que decir tiene que pronto surgieron imitadores y alternativas, como el Jazzercise –la danza jazz llegó a ser tan popular como el aerobic en los gimnasios–, Puesta a punto, el exitosísimo programa de Eva Nasarre, o los vídeos de Sydney Rome. Pero a todos los efectos, Jane Fonda’s Workout es al ejercicio doméstico lo que El nacimiento de una nación al resto del cine.
Jane Fonda: lo mismo te levanto un brazo
que te levanto una pierna.
Angela Lansbury: se ha escrito un estiramiento
(y una versión muy personal del aerobic acuático).
Celebrities, franquicias y cintas de vídeo
Sin embargo, fuera del vídeo también pasaban cosas en el mundo del fitness. El aerobic se había incorporado a la emergente industria de los gimnasios, el yoga se iba librando poco a poco de su olor a porros y pachulí y la musculación dejaba de ser territorio de extras de peplum y musculocas. Pese al espejismo estético del grunge, del britpop y del heroin chic, la imagen que se lleva en estos años es la de cuerpos rubicundos y saludables, más propios de un El triunfo de la voluntad que de Kids: Elle Macpherson, Claudia Schiffer y Cindy Crawford triunfarán en la pasarela y en el video doméstico (aunque la emergencia del fenómeno celebrity engendrará sus propias cintas de The Ring. Como por ejemplo, a la mismísima señora Fletcher en un vídeo de ejercicios ¡en el que !)
El contraataque de los gimnasios pasa por crear fórmulas basadas en accesorios, como el step y el spinning, difíciles de reproducir en un comedor típico, y por optar por economías de escala, lo que a lo postre también tendrá grandes consecuencias para el vídeo doméstico. Porque según avance la década, los pequeños gimnasios familiares irán muriendo en detrimento de grandes complejos en los que las clases se estandarizan –antes era responsabilidad de cada monitor crear las rutinas– y se comienzan a comprar formatos franquiciados por grandes conglomerados del fitness. Es el ejemplo del Body Pump, de la firma neozelandesa Les Mills, o de modalidades vinculadas a alguna marca de equipaciones, como Reebok o Nike. El intento de aplicar el modelo franquicia al vídeo tiene como gran iniciador a Billy Blanks y su Tae Bo, algo así como una traslación del Mortal Kombat al deporte, que además atraía por primera vez a los hombres hacia el ejercicio casero. Blanks creó su modelo a partir de la venta en infomercials de packs con todo el sistema, en las que los vídeos se acompañaban de una planificación día a día para uno o varios meses y, en ocasiones, el equipo necesario para practicar. Este formato se copiará luego hasta la saciedad, con títulos que despertarán auténtica pasión en la siguiente década, como o P90X, y más cuando Internet comience a vehicular el crecimiento de comunidades entorno a cada comunidad de practicantes. Algunos de estos formatos, además, emprenderán el camino de vuelta, y comenzarán como clase con soporte electromagnético para pasarse luego al mundo real (caso de la omnipresente Zumba). Además, los años dos mil supondrán también la entrada del concepto ‘wellness’ en el imaginario colectivo. Aunque por un lado se nos conmine a esforzarnos a fondo para trabajar abdominales y glúteos, por el otro, técnicas de ejercicio menos agresivas o más exóticas, como el Pilates, el yoga, la preparación física para ballet (el Barre) o la danza del vientre irán haciéndose un nicho comercial. Según se vaya aproximando el cambio de milenio, las producciones irán apostando por el lujo, con realización multicámara y localizaciones tropicales, y la promesa implícita de que el espacio entre el sofá y la tele se iba a convertir en nuestro santuario.
El Tae Bo era carne de teletienda noventera.
El DVD de Charlotte Crosby, de Geordie Shore,
vendió en la semana de su lanzamiento
el doble de unidades que Frozen, y fue el primero
del género en encabezar una lista de ventas
en los últimos quince años. Se dice pronto.
Jillian Michaels es la actual reina del DVD de fitness.
30 Day Shred lleva casi seis millones de unidades vendidas desde que se lanzó en 2008.
Pero todo esto nunca acabó de cuajar. La aparición de videoconsolas que detectan el movimiento prometía una nueva experiencia que al final no ha convencido ni a jugadores de videojuegos ni a practicantes del fitness. La escuela de pensamiento dominante ahora mismo respecto al ejercicio para la pérdida de peso es el HIIT, el High Intensity Interval Training (o Entrenamiento Interválico de Alta Intensidad) que, a grandes rasgos, viene a decir que lo mejor para ponerse fibrao son entrenamientos cortos y muy, muy intensos, interrumpidos por breves periodos de recuperación. Vamos, formatos cortos e impactantes que parecen hechos a medida para Internet y para los millennials. En este entorno aparecen las estrellas del , aupadas sobre todo por , quienes llegarán al gran público a través de servicios de suscripción (con asesoramiento nutricional incluido) o en DVDs con varias rutinas de diez minutos de duración. Perduran algunas grandes estrellas, que siguen apostando por las producciones caras y cuidadas (como Jillian Michaels, con más de dos millones de copias vendidas), y las celebrities de siguen teniendo su lugar al sol, sobre todo en el potente mercado de UK. Pero, treinta y cuatro años después de la aparición del primer vídeo de Fonda, los vídeos de entrenamientos domésticos se resisten a desaparecer. Hasta hace apenas un lustro Collage Video (algo así como el Netflix del género) aún vendía cintas en VHS, porque el público de este tipo de películas suele corresponder a una mujer de mediana edad, generalmente no nativa digital, que visiona la cinta en el gran televisor del comedor y para la que ver cada día el mismo contenido no solo no es un motivo de tedio, sino que le proporciona la capacidad de evaluar cotidianamente su evolución. ¿Para qué invertir pues en servicios de suscripción o intentar separar el grano de la paja de los YouTubers, si el viejo formato sigue siendo el más simple y el más cómodo? Al fin y al cabo, de eso se trató todo el tiempo, de mantenerse en forma contra el paso del tiempo. Con calentadores o sin ellos.