Entrevista a David Toop

Escuchar, contar, imaginar

Por Roger Roca


“La verdad es que no tiene un aspecto especialmente comprensible. Me produce ansiedad y me siento un poco inútil cada vez que tengo que conectarme”
, dice el músico, escritor y académico británico David Toop. Se refiere a la interfaz de Skype. Su voz, tranquila y pausada, algo hipnótica, suena metálica por los altavoces. Tratándose de alguien que ha sabido explicar magistralmente la llegada del mundo digital cabría pensar que algo como Skype no debería tener ningún misterio para él. Aunque tiene razón. Skype no es muy intuitivo.

Bajo el nombre Ocean of Sound, en los años noventa David Toop produjo una serie de recopilatorios para Virgin Records que adelantaban la forma en la que nos relacionaríamos con la música en la era de YouTube: John Lee Hooker transformándose en Tim Buckley y disolviéndose luego en el canto ritual de una tribu yanonami. Les Baxter abriendo para My Bloody Valentine. Mantronix cara a cara con Cat Stevens. La propia carrera como músico de David Toop, recogida por ahora en casi treinta discos, es un gran viaje de exploración del sonido.

Toop, colaborador habitual de The Wire desde hace cuatro décadas y autor de cinco libros extraordinarios, escribe sobre sonido como nadie. Su escritura es una mezcla embriagadora de memoria, ensayo y ficción. En Rap Attack, de 1984, exploró el hip hop con un rigor hasta entonces desconocido. Con Ocean of Sound: Aether Talk, Ambient Sound and Imaginary Worlds, Exotica: Fabricated Soundscapes in a Real World y Haunted Weather: Music, Silence and Memory dibujó rutas para navegar a través de la música del siglo XX mientras anticipaba lo que traería el siglo siguiente. Su libro más reciente, Resonancia siniestra: el oyente como medium, dedicado a la propia naturaleza de la escucha, es el más esquivo de todos. “Explicar de qué trata ese libro me tomaría media hora”, dice. Acaba de escribir sus memorias para una editorial japonesa, y en mayo publica Into the Maelstrom: Music, Improvisation and the Dream of Freedom, el primer volumen de una historia de la música improvisada.

Hay veces que no sabes a qué se refiere Toop exactamente, pero siempre tienes la certeza de que expresa una forma de habitar el mundo. Insiste en que no es un académico y que no tiene que ceñirse a un método ni obligarse a perseguir un resultado concreto. Más bien se diría que escucha atentamente el mundo e intenta darle sentido a través de una escritura tan sugerente que a veces, leyéndole, uno prefiere imaginar esos sonidos en vez de escucharlos. Nadie escribe como David Toop porque seguramente, nadie oye el mundo como lo hace David Toop.

Entrevista a David Toop: Escuchar, contar, imaginar – O Productora Audiovisual

Ilustración por Juaco

Sus recopilatorios anticiparon la forma en la que escucharíamos la música, pero quizás esa idea de las conexiones ya no resulta tan emocionante. ¿Qué cree que nos estimula hoy como sociedad?
Simon Reynolds escribió en el que decía que “ahora todos somos David Toop”. Su teoría era al mismo tiempo halagadora e inquietante, porque decía que yo había anticipado el consumo de música que conocemos hoy: YouTube, la búsqueda aleatoria, esas cosas. Quizá sí, quizás no. Pero estoy de acuerdo en que la noción de la conexión ya no es tan excitante como lo fue en los noventa básicamente porque lo hace todo el mundo. ¿Qué nos estimula hoy en día? Es muy difícil de identificar. Supongo que tiene que ver con lo inquietante, con no saber exactamente qué está ocurriendo. Si puedes producir esa sensación hoy puede ser algo muy útil. En especial en el intercambio de ideas, que creo que está demasiado encorsetado en plataformas tecnológicas muy ortodoxas. Como hablar por Skype. Es un poco ridículo hablar a través de imágenes de vídeo aberrantes. En resumen, no lo sé. Por eso me fascina lo que tiene que ver con la intimidad. ¿Cómo podemos establecer una comunicación tan íntima que se acerque al límite de lo que se supone que es decoroso? Suena raro, viviendo como vivimos rodeados de pornografía. Pero no es eso. Se trata de decir, “¿cómo podemos compartir lo que es realmente íntimo?”. Creo que aún tengo que pensar en ello unos cuantos años.

Toda su vida ha estado dedicado al sonido. ¿De dónde viene esa atracción?
Una de las cosas que recuerdo con más claridad es mi primera experiencia auditiva. Fue con mi madre, que a menudo nos llevaba a mi hermana y a mí a visitar a mi abuela en Enfield, al norte de Londres. Recuerdo claramente caminar junto a las vías. Había un punto en que el camino se estrechaba, con muros de cemento a cada lado. El sonido rebotaba rápidamente una y otra vez entre los muros, y se producía un eco muy metálico. Aún puedo sentirlo.

¿Cómo escritor, cree que describe el mundo tal como lo ve y lo oye o más bien trabaja para que el mundo se parezca al mundo en que le gustaría vivir?
Creo que tengo una perspectiva global del área cultural que me interesa, de cómo están conectadas la música, el sonido y la escucha, que intento expresar a través de lo que hago. Un poco como una visión, por llamarlo de alguna manera. Así que supongo que sí, que el resultado es una mezcla de lo me gustaría que fuera el mundo y de cómo me relaciono con él. Es mi realidad.

Aunque escribe sobre música, sus libros siempre parecen tratar sobre asuntos fundamentales como la identidad y nuestro lugar en el mundo.
Se lo agradezco. Para mí pensar sobre música significa pensar sobre una sociedad distinta, sobre cómo podemos relacionarnos de otra forma. No podría concretarlo en una postura política o en una fórmula sobre cómo creo que hay que vivir, pero me doy cuenta de que en lo que escribo hay algo, quizá no una ideología, pero sí un sentido ético, una defensa de una forma más espontánea y menos regulada de vivir la vida. Suena ridículo dicho así y me horroriza como suena pero diría que es la verdad. Y siempre me ha resultado más fácil escribir sobre esas cosas de una forma un poco escondida.

Son libros muy íntimos. Uno tiene la sensación de haber entrado en su vida, en su casa.
Es interesante que hable de intimidad. Es algo que me interesa mucho. Y es curioso, porque de joven era increíblemente tímido. Las relaciones sociales me resultaban muy difíciles y la música me ayudó a sentirme menos encerrado en mí mismo. Hay cierto tipo de música que te abre al mundo. Algunas músicas intentan crear objetos sólidos, y te pueden producir una sensación de conexión más directa con el mundo. Hacen que no te sientas aislado, que no te definas como un individuo de una sola pieza sino como alguien que se proyecta hacia el mundo de muchas formas distintas y extrañas. No sé cuándo me di cuenta de esto. Seguramente cuando me sentía perdido con mi trabajo de periodista, escribiendo constantemente sobre la música de los demás y alejado de mí mismo. Muy pocas personas sabían realmente quién era. Entre 1978 y 1995 me sentí totalmente solo con mis ideas. Fue gracias a escribir esos libros que me fui abriendo más y más.

Es mucho tiempo de aislamiento.
Hasta que escribí Ocean of Sound no tuve confianza en mí mismo porque me sentía aislado.

¿No conocía la sensación de tener confianza en sí mismo? Perdón, este es un comentario de psicólogo barato.
No, tiene razón en decirlo. Yo era un periodista de cierto éxito, Rap Attack había funcionado bien. Pero no me sentía totalmente sincero. En Ocean of Sound escribí cosas muy personales, ideas que había guardado durante muchos años, y la acogida fue muy buena. Fue muy importante para mí porque ya tenía más de cuarenta años, y eso son muchos años sin confianza en uno mismo.

Además de íntima, su escritura resulta muy musical.
Cuando empecé a escribir Ocean of Sound me di cuenta de que no podía escribirlo de manera convencional, pero tampoco sabía cómo hacerlo. Un día escribí algo sobre el acto de escuchar. Y luego hubo tres meses de pausa. Tuve una pequeña crisis de “página en blanco”. Entonces pensé: “no escribas grandes capítulos temáticos. Escribe textos breves que serán como fragmentos”. Empezaba a pensar sobre la influencia de Internet. Apenas existía, en aquel momento. Pero podías intuir que iba a ocurrir algo a partir de lo hipertextual, de la comunicación instantánea y de todas esas cosas. Y tuve esa idea de escribir pasajes breves que irían hilvanado la narración. Todo estaba relacionado.

En Ocean of Sound describía un sueño en el que se encontraban la leyenda de la música ambient Mix Master Morris y Elvis Presely. Ese tipo de nociones futuristas eran muy prometedoras, pero visto en perspectiva, en general los resultados fueron decepcionantes.
Gracias a internet, a cosas como el e-mail y la impresión de total conectividad, había una sensación de optimismo, circulaba un pensamiento muy utópico. Ocean of Sound nació a partir de esa ola de ilusión. No sabíamos qué ocurriría y tampoco imaginábamos nada de lo malo. En parte tenía que ver con las drogas, aunque yo siempre fui más de música. Pero nunca aprenderemos, ¿no? Las cosas son cíclicas. Y detrás de cada etapa de optimismo y libertad viene otra de conservadurismo. Estoy de acuerdo en que mucho de lo que se hizo entonces hoy suena caducado, pero a mí esa época me permitió pensar en la música del siglo XX de una manera mucho más holística. Menos como una serie de categorías y más como músicas conectadas las unas a las otras.

En ese libro presentaba un mundo lleno de posibilidades. Por el contrario, el siguiente, Haunted Weather, parece una reacción a un mundo en el que esas posibilidades han explotado y en el que busca claves para sobrevivir.
Estoy de acuerdo. En cierta forma, Haunted Weather va sobre encontrar una retirada constructiva, sobre cómo rearmarte para enfrentarte al mundo sin caer en la nostalgia ni en la desconexión. Y eso nos lleva de vuelta a la pregunta: ¿navegas sin rumbo por YouTube o tienes a alguien con suficiente conocimiento y experiencia que te ayude a encontrar un camino?

Un comisario cultural.
De alguna manera sí, aunque lo de los comisarios ahora mismo es una plaga. El caso es que Haunted Weather era una forma de enfrentarme a la inestabilidad del mundo y buscarle sentido. Y evidentemente esa inestabilidad se ha hecho más y más intensa desde entonces: fragilidad económica, terrorismo en todo el mundo y gente escapando para salvar sus vidas en un proceso migratorio como no hemos conocido desde el final de la segunda Guerra Mundial. Hay conflictos globales crecientes que son potencialmente tan aterradores como los que vivimos durante la Guerra Fría, cuando crecimos convencidos de que el mundo se iba a acabar. No sé si he sido una influencia para nadie con mi trabajo, pero creo que es muy importante que, individualmente y en colaboración con los demás, hagamos y digamos cosas que, aunque sean simbólicas, funcionen como antídotos. Y la música improvisada va tan en contra de cómo funcionan las cosas ahora mismo que me parece un remedio contra la locura general.

Más allá de la música improvisada, ¿encuentra personas o movimientos en la cultura pop que ofrezcan esa resistencia?
Muy pocos. Björk aún me parece muy esperanzadora. Me gusta porque por un lado, su trabajo es muy personal, pero por el otro se refiere a cuestiones globales como el medio ambiente o la ecología y trabaja con académicos y pensadores. Trata de utilizar su posición para hacer llegar esas ideas a un público más amplio.

Entrevista a David Toop: Escuchar, contar, imaginar – O Productora Audiovisual
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Roger Roca