Bill Plympton es un genio de la animación con tantos gags que se podría hacer un very best en formato GIF. Gerard Casau se postula para seleccionarlos.
Weekly GIF.
Deadly Friend, film poster
por
Gerard Casau
Toda persona que haya alimentado sus noches domésticas a base de cine de terror ha realizado esta acción en un momento u otro: uno está aposentado en el sofá viendo la película con más o menos interés (o con mayor o menor modorra) cuando, de pronto, surge una escena (normalmente una muerte, mutilación o transformación particularmente virulenta) que rompe la baraja de todo lo mostrado hasta entonces y que nos lleva a desperezar el cuerpo y abalanzarnos sobre el mando a distancia para rebobinar la imagen y cerciorarnos de que lo que ha acontecido ante nuestros ojos es cierto. Acaso esta sea la característica que realmente define el avance tecnológico que nos permite poseer y reproducir películas en casa; una oportunidad de “volver a ver” que la vida nos suelen negar. El tiempo ha ido refinando el gesto del rebobinado, ya que si en la era del VHS cada nueva pasada hacia atrás implicaba un mínimo desgaste en la cinta, que podía acabar imprimiendo una huella que señalaba los highlights de cada film o programa grabado, el DVD, el Blu-Ray y los archivos digitales han depurado el proceso hasta hacerlo completamente indoloro para la imagen. ¿Y qué son los GIF sino la manifestación última de este deseo de “ver de nuevo? Su reduccionismo dota a los fans de una herramienta ideal para aislar aquellas escenas que les dan más placer. Ya ni siquiera es necesario rebobinar, porque en este microcosmos solo existe el plano detalle de la carnaza, aquel que más pone de manifiesto la ilusión de los trucajes y del maquillaje.
Precisamente, el GIF que hemos seleccionado esta semana extirpa un momento altamente rebobinable de su cuerpo fílmico para repetirlo ad nauseam. La escena en cuestión pertenece a Amiga mortal, película dirigida por un desnortado Wes Craven pos-Pesadilla en Elm Street y diseñada como vehículo de lucimiento para Kristy Swanson, quien encarna a una malograda adolescente reconvertida en letal engendro cibernético. En un momento del film, Swanson irrumpe en casa de su desagradable vecina, a quien arroja un balón de baloncesto con tal fuerza que le revienta la cabeza.
Esta explosión craneal puede no resultar tan mítica como la de , pero sí se trata del pasaje más recordado de un título generalmente denostado. De hecho, la intra-historia de Amiga mortal revela que se trata de un añadido fuera de guión: la intención de Wes Craven era realizar una película sin grandes dosis de violencia, más centrada en los personajes, pero ni el estudio ni los test screenings vieron con buenos ojos las veleidades de este drama de ciencia-ficción, y reclamaron más carnaza. En el invisible director’s cut de Craven, la muerte de la vecina resultaba mucho menos sanguinaria, pues solo veíamos cómo su cuerpo inerte atravesaba la puerta de entrada del hogar, tras la (presumiblemente) sobrehumana somanta de palos que le propinaba Samantha (algunos vestigios de la secuencia original se conservan en el de la película). Así, el espectacular estallido gore impuesto por los productores debía levantar la voz e imponerse como secuencia memorable, pero la realización no quiso disimular su condición de parche anti-natural, regalándonos un plano inusualmente largo de la actriz Anne Ramsay en una posición ridícula de puro estática, casi como si se preparase para ser sacrificada. Se trata de un momento mal rodado y mal interpretado, un subrayado de cine pésimo que el eterno retorno del GIF convierte en algo glorioso. De algún modo, el reduccionismo del archivo machaca las aspiraciones artísticas de Craven y supera incluso la tesis de los productores: esta explosión de sangre y sesos no es solo lo mejor de Amiga mortal, sino lo único que vale la pena ver de la misma. Es una lástima, eso sí, que la reducida duración del GIF nos prive del , en que el cuerpo descabezado va dando tumbos por la habitación hasta desplomarse ridículamente, permitiendo que la risa se abra paso entre el horror y el asco.