Déborah García entiende que el GIF es la manifestación última del arte digital. Bill Domonkos como síntoma del arte como patio de recreo y reinterpretación.
El verdadero
rex de Parque Jurásico
Por Marc Juvé
30 de Septiembre de 1993, se estrena Parque Jurásico en España. Yo tenía ocho años, así que resultó inevitable que el T.rex pasase a formar parte de mi imaginario durante el día y de mis pesadillas por la noche. En cierto modo, siguiendo la tesis de la película, este antagonista de lujo representa el ‘sublime’ de Kant: esa fuerza inconmensurable de la naturaleza frente a la que no podemos hacer nada, que nos empequeñece y nos fascina por igual. Pero la película, a parte de ilustrarme con tesis divulgativas sobre la ética de los avances tecnológicos (con una calculada y deseada aceptación global, pero que por bien o por mal, apuntaban en buena dirección) y una exhibición maestra de caligrafía audiovisual del entretenimiento, a mí Parque Jurásico me aportó algo más: en ella vi, por primera vez, un GIF.
Este GIF es a la vez la marca y la caricatura de su creador: Dennis Nedry, el informático del parque. Este personaje, que toma el control de la isla y deja a sus usuarios a merced de las dentaduras cretácicas, encarna uno de los diversos reversos oscuros de la falta de ética frente al progreso que ilustra la película: la ambición personal sin contemplaciones. La informática es su arma y el GIF su sello de identidad. Como tal, ese GIF es terrorífico, no solo por lo que representa, sino per se, ya que posee una peculiaridad que lo distingue de la mayoría de GIFs: tiene sonido. El sonido hace del loop infinito una pesadilla. Los espectadores no son hipnotizados sino torturados –“Ah ah ah!. You didn’t say the magic word. Ah ah ah! You didn’t say the magic word. Ah ah ah…”– La repetición sonora lo convierte en un objeto diabólico. Es la toma de poder de Nedry frente a los inversores, los científicos y los intelectuales. En este sentido, el GIF tiene un valor profético: anuncia la supremacía de los nerd(ry)s y la subrogación del resto de mortales a su voluntad. Se anuncia cómo la tecnología vehiculará un cambio en el paradigma de la redistribución del poder entre las personas y, este Nuevo Orden, en la película, no está simbolizado por el T.rex, sino por el GIF, convertido en sello del nuevo rey.
Añadido a esto, el GIF en cuestión, no solo representa los valores de Nedry, también lo representa a él en persona. Se trata de un monigote de Elvis con la cara del informático remplazando a la de El Rey. Todo ello animado de forma ortopédica, a propósito, como si fuera una marioneta, para así remarcar irónicamente que el informático ya no es el títere de los empresarios, sino todo lo contrario: ahora es el demiurgo de la sociedad (como mínimo en la isla Nublar). A diferencia de Hammond (el creador del parque), a Nedry no le hace falta representar su poder con multimillonarias parafernalias de marketing; su poder es absoluto y la simplicidad de un GIF –tosco y sobre fondo blanco– es suficiente para recordarlo.
En definitiva, Nedry es el auténtico antagonista. Tal vez no disponga del aura sublime del T.rex, es más, en la película incluso pierde el control y la vida ridículamente; pero todos los reyes mueren y la principal función de estos no es fascinar y obtener la vida eterna sino hacer perdurar su legado a través de sus símbolos, y en esto Dennis ha sido implacable. Ahora, más de veinte años después, su profecía –el Nuevo Orden–, representada por ese primer GIF, es una realidad imperante, y para acabarlo de rematar, su símbolo, los GIFs han pasado a formar parte de nuestro léxico de teclado y pantalla. Así pues, sin lugar a dudas, Nedry es el verdadero rex de Parque Jurásico, y los gifs, su pasaporte para la posteridad.