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UN
PASEO
SONÁMBULO
POR LA
CASA-MUSEO
DE
NICOLÁS
Texto por
AÏDA CAMPRUBÍ,
Fotografías
por AITOR SAAVEDRA.
Y este será un paseo sonámbulo, por el universo onírico permanente, porque:
1. Sonámbulo es borrar la frontera entre sueño y realidad. Vivo arrebatado por el mundo de los sueños y, al mismo tiempo, el mundo de los sueños me hace ver más lúcidamente la realidad.”
2. “Porque cuando me hicieron una entrevista en 1986 en Radio Cadena, una noche muy bonita y muy mágica, el entrevistador puso la canción de Santo & Johnny Farina. Me la puso porque me veía reflejado en ella y cuando la escucho me emociono, oigo toda mi vida: esas guitarras hawaianas que son entre grito de alegría y grito de dolor.”
3. “Por el Romance sonámbulo de Lorca. Lorca está en mi origen y en mi desembocadura. Cuentan que era alegre como un niño, muy gracioso, pero dentro tenía una mágica tragedia que le daba la fuerza. Para mí, Romance sonámbulo es un poema lleno de romance, misterio y soledad. Tiene un montón de lecturas, confusas, para que el lector viva su propio romance sonámbulo, de amor, de desamparo, de esperar algo que nos llega. Pero realmente es un canto a la vida desde el dolor.” [verde es el color que la cultura gitana asocia a la vida: “verde que te quiero verde”]
4. Sonámbulo es el título del disco homenaje que Discos Walden y Afeite al Perro le han dedicado para ayudarle en la situación delicada en la que se encuentra ahora y donde nos invitan a participar.
¿Listos?
Empecemos:
“Vivo en el barrio Chamartín, pero a mí me gusta llamarle Chamartín de la Rosa, porque esto era un precioso pueblecito del que queda muy poco. Mi calle era la de la Menta; todo era sabores, aromas y colores. Era una callecita de casitas bajas con tejados rojos, con gatos a los que por las noches se les oía haciendo el amor. Me asomaba a la ventana y tenía una vaquería, veía las vacas. Tomábamos la leche recién ordeñada. Enfrente, teníamos una taberna muy lorquiana, muy ruda, como de personajes del Romancero gitano. Había una carbonería, huertos… Era un lugar de gente buena y auténtica, que había sufrido mucho después de la guerra; gente en contra del franquismo. Y cuando íbamos al centro de Madrid, decíamos que íbamos a Madrid, porque no considerábamos que estuviésemos en la ciudad.”
“Con la reforma, a mi calle la llamaron Víctor Andrés Belaúnde, el nombre de un presidente peruano. Ahora hay un mundo de dinero muy opuesto al mío y al de entonces. Ha quedado mi casa, que es de 1955 -el año de la novela El jarama-, como una isla pobre en medio de un lujo excesivo y que es una provocación frente a la miseria, el hambre y la pobreza. En la época de La Gordi, iban destruyendo las casitas bajas y de alguna manera el testimonio está allí, verás que hay muchas tejas rojas. Había una nostalgia, una pena y una indignación por parte de la propia Gorda de las Galaxias.”
Me encuentro frente a la cama donde dormí de niño y la cama de mi iniciación, muy tarde, en 2014. Mi tiempo es circular, no creo en presente, pasado o futuro. Va girando en espiral, y hay días y momentos que estás en la infancia, y otros en un futuro que no ha llegado todavía, o que quizá sí, pero está escondido por alguna parte. En mi infancia, era una especie de alquimista y esta habitación fue mi laboratorio. Era también un museo de ciencias naturales, porque siempre me han apasionado, sobre todo los animales salvajes; por su inocencia, por la tiranía de la nobleza.
Así describiste el recuerdo de tus primeros días:
“Mis escenarios son ideales tanto para el color más rabioso como para el blanco y negro de cine eterno (…) Mi infancia la recuerdo así, como las primeras películas de Pasolini, Fellini, Antonioni; es un sabor a resplandor y testimonio, a vida vivida para siempre. La escapada de Dino Risi, El apartamento de Billy Wilder. Un sabor a comedia perfumada de tragedia. Un perfume de mujer y misterio. Las calles de mi niñez, las recuerdo en blanco y negro, respiro La dolce vita de Fellini, La noche de Antonioni, Monica morena en el suelo ajedrezado de un fugaz amor imposible.”
En estas paredes totalmente decoradas con collage se encuentra el origen de todo. Este dormitorio infantil es, para mí, el homenaje intacto a tu pureza. Decía Tierno Galván que el anarquismo es la inocencia, y en tu caso la inocencia es la subversión total. En Diagonal definiste La Gorda de las Galaxias como “una obra en la que la violencia siempre es la antesala de la paz, la inocencia el primer paso hacia la revolución; y la ternura y la bondad, el disparadero de la fantasía”. ¿Cuál es ese poder de la inocencia?
La inocencia es la clave para todo: para la vida, para el amor, para la revolución, para la subversión, para el arte, para vivir. Trae desventuras y te engañan fácilmente, pero estoy contento de tener este tesoro, que se tiene desde el principio, desde que somos niños. A medida que vas creciendo queda arrinconada, o noqueada, o incluso traicionada por uno mismo. En mi caso, no es que no haya querido traicionarla, es que no he podido. Eso siempre me ha dejado apartado, en el amor, en el arte, en el sexo, en todo. Pero al mismo tiempo, me ha dado algo que los demás no tienen. Los demás han vivido la parte más ordinaria de lo que a mí se me ha negado. Yo no lo he vivido, pero lo tengo más mágico y lleno de color. La inocencia nos trae otro mundo.
Lo que retrata Fellini en la película La strada es precioso. El personaje de Giulietta Masina es una niña, un niño, es atemporal, es todos los sexos y todas las edades, es un payaso, es un ángel: es la inocencia. En la película el concepto se narra divina y, a la vez, horrorosamente: cómo Gelsomina intenta dar el amor al personaje vulgar y machista de Zampanó, y acaba muriendo y dando la vida para que él descubra la sensibilidad. Me recuerda a esos personajes femeninos mágicos, con los que me identifico, que son los que hacen realmente la vida: desde Lilith, la primera mujer, hasta los reales como Patti Smith, Janis Joplin, Laura Nyro…
Es muy buena, la inocencia, pero hay que ser muy valiente para vivir con ella. A veces en el amor, la persona que lo da no lo recibe, es una maldición misteriosa. Todo lo que escribo, lo que dibujo, lo que hago y lo que siento, está en la palabra ‘inocencia’.
La maldición de la inocencia.
Es la fuerza de lo femenino, no como algo ñoño, sino al contrario, como una energía incluso superior a la masculina. Yo de niño era muy masculino -a los siete años ya era boxeador-, pero también muy femenino. El equilibrio era mágico. Casi todos los personajes femeninos o masculinos que me gustan tienen esa conexión: en una sola persona de él y ella. En esta habitación hay collages de Brian Eno, David Bowie, etc. ¡Eso me encanta! Abrir puertas y vivir mundos que otros se los pierden.
Nuestras camas están separadas solo por una pared y, a veces, hablábamos por la noche, como en una película. Hay un lienzo en blanco, que dejó mi padre. Era un pintor frustrado que tenía que vivir ejerciendo de sastre, ¡pero era un artista! Aquí yo pinté una chica con rizos acaracolados, que he rellenado con el carmín de una barra de labios (es algo que utilizo mucho para pintar en los espejos y para colorear algunos dibujos). Le sigue una lista de nombres femeninos. Primero, el de mi madre, que no solo me dio la vida, también una forma de entenderla y de amar. Luego viene el de Jennifer Jones, con quien la comparaba en su juventud. Su película Jennie era la favorita de Buñuel y de los surrealistas. Siempre pensé que había algo mágico entre Jennifer Jones y mi madre, Felisa. Más tarde descubrí que las dos se llamaban Flora de segundo nombre. Este tipo de sincronías, cuando estoy destrozado, son las que me dan vida, porque significan algo hermoso que tengo que compartir.
De lo que te enseñó tu madre debió de nacer la Gorda de las Galaxias, una superheroína feminista, pragmática, anticapitalista, ecologista y sin complejos. Además, cuentas que es la que traía la cultura a casa***:?
“Siempre era mi madre quien traía los mejores discos. En apenas dos semanas de 1992, me trajo Horses de Patti Smith, Transformer y Rock’n’Roll Animal de Lou Reed, Sticky Fingers de The Rolling Stones, el “Días extraños” de The Doors, “Autopista 61” de Dylan… siempre mi madre.”
¿Fue la fuente principal de tus influencias? Háblame de ella, ¿qué te enseñó sobre las mujeres?¿y sobre el mundo en general?
Ella es fundamental y esta habitación es el corazón de mi alma. Tenía ese amplísimo espíritu femenino que lo abarcaba todo, también lo masculino. Era autodidacta, porque el mundo del colegio no le gustó ni a ella ni a su madre. Se criaron ellas dos, como luego me crió a mí. A través de ella fui conociendo muchas mujeres, a veces a través del arte y otras a través de la vida. Primero en las películas, haciendo que me fijase en determinados personajes, y luego a través de la música. Antes de estos discos, me había traído el de los Sex Pistols. Siempre venía con lo más rebelde, lo menos convencional. Su canción favorita de los Beatles era Helter Skelter; era un rock tremendo y desesperado, eléctrico a más no poder. Quienes digan que los Beatles eran blandos, que escuchen esta canción.
No necesito ir a esta habitación para recordar a mi madre, porque la llevo dentro.
Era la salita donde antes venían los Reyes Magos y yo me lo creía totalmente, sentía su presencia y la ilusión. Mi padre, con el espíritu artístico que tenía, ponía los muñequitos y los juguetes como si estuvieran interpretando un ballet mágico. Los colocaba con muchísimo cuidado para que hubiese una relación entre cada uno. Él murió al mismo tiempo que la editorial Bruguera, en 1986. Entonces, nos quedamos solos mi madre y yo, y es allí cuando salió lo de llamarnos “Popeye” el uno al otro. Asociamos la fuerza de La Gorda de las Galaxias con la fuerza de Popeye, uno de los clásicos de la edad dorada del cómic. Era el mismo espíritu, aunque no la misma forma. Habíamos sufrido mucho por la muerte de mi padre y decidimos anteponernos a ello así. Ya no éramos Felisa y Nicolás, decidimos llamarnos por un mismo nombre. La fuerza mágica y valiente de Popeye nos englobaba a lo dos.
Cuéntame cómo es tu cotidianidad ahora, ¿cómo construyes tus días? Dicen que vives con un asceta, ¿qué necesitas?
Ahora mi corazón es esta habitación. No estaba rodeada de todo este arte, no quería agobiar a mi madre con tantas imágenes. Los primeros meses después de su muerte, me costaba ir a los dormitorios por todos los recuerdos que implicaba, así que me aposenté aquí. De alguna forma, ella me dijo que renaciera el mundo collage de mi habitación al resto de la casa, y lo fui haciendo. Pero este es un collage diferente, porque es en relieve. Hay una primera capa que está pegada, pero luego ya se va llenando de imágenes superpuestas, cartas, dibujos que voy intercalando en los huecos, y si veo que se sostiene, ahí lo coloco. Van formando las hojas de un árbol, de un bosque. Me llena mucho de vida en los peores momentos. Verme rodeado de recuerdos por todas partes me hace sentir hoy que no estoy solo, que esto permanece.
Esta casa embrujada por la que hemos viajado está abierta a todo el mundo: es una exposición, un diario, mi vida íntima y una vida colectiva en la que muchas personas se pueden encontrar. Es una forma de comunicación para compartir y tener momentos de más luz. Por mi difícil situación económica también se ha convertido en una tienda de todo el arte que contiene. Hay lecturas, imágenes, música… Una banda sonora que suena en el aire y una puerta abierta a las personas.
Quiero terminar con Strange Days de The Doors. A los surrealistas les molestaba que pensasen que todo era porque sí; hay un significado detrás de cada cosa y hay que tener fe que al final el resultado será hermoso. Días extraños han venido y van a destruir ilusiones, pero también van ayudar a crear un mundo de esperanza. Así que me gustaría que esta entrevista fuese una puerta abierta.
Aries: “Me gustan mucho la inocencia, que no haya cinismo, la imaginación al poder, la explosión de ideas y color, la pureza… Otro mundo es posible en su obra.”
Atomizador: “Nicolás ha creado su propio mundo, su casa es el más vivo ejemplo de ello; todos sus libros están intervenidos, los espejos llenos de frases con su preciosa tipografía, las paredes abarrotadas de imágenes a modo de collage vivo gigantesco… Lo hace por pura necesidad, no es una ‘instalación’ hecha para alguna galería; es el arte como expresión pura.”
Djalminha: “Su modo de vida ascético, sin el más mínimo lujo; su inmensa cultura; su asunción del arte hasta las últimas consecuencias… Es el artista más puro que he conocido jamás, con las luces y las sombras que ello conlleva.”
Pablo Prisma: “Había estado leyendo un libro sobre la criptozoología: los científicos que investigan las evidencias de animales fantásticos (el Yeti, el monstruo del Lago Ness, los dragones, etc.), y quería contar una historia en la que uno de estos investigadores, después de una vida entera persiguiendo a uno de estos elusivos seres, cuando lo encuentra y el –de alguna forma– idilio o enamoramiento que sigue. Jose (Atomizador) me pidió que metiera la canción en el disco homenaje y la acabé y grabé ya pensando en el álbum y en las historias de Nicolás. La verdad es que creo que esa hipotética historia de la canción refleja de alguna forma algunas de las cosas más hermosas de la Gorda, sobre todo la fascinación y el amor por esos (como dice Fojo) “personajes maléfico-riquiños” y monstruos tiernos que pueblan sus páginas. En cierto modo Nicolás sería el criptozoólogo.”
Paisana:(sobre La Gordi) “Los colores saturados, los trazos, la GORDI, el hecho de que fuera una heroína, mujer y encima gorda, políticamente incorrecta… ¿Quién no podría enamorarse?”
Paisana:(sobre Nicolás) “Hay mucho que aprender de alguien como él, en todas sus facetas: la artística y la personal. Emocionémonos más con los pequeños detalles, dejemos asomar más a menudo al niño que hay en nosotros y el mundo será un lugar bastante menos jodido.”