Segunda entrega de Cosas que hago mientras tú trabajas. La unión de dos gigantes: Diana Aller escribe y Flavita Banana ilustra.
El secreto está en el chyron:
los pies de foto de la música
por Jero Rodríguez
Ni una imagen vale más que mil palabras ni es posible describir con cientos de vocablos una imagen. Pero sí es cierto que, a la hora de mojarse con un mensaje, lo escrito en pantalla me parece que resiste mejor el olvido. También para mal. El texto queda, el off se lo lleva el viento (“¿qué ha dicho? estaba con el whats”). A menudo la imagen se diluye entre tanto montaje picadito con el que las teles pretenden que no nos aburramos. Si vas a escribir un texto en pantalla que vaya mas allá de uno descriptivo tipo “Guillermo Zapata, exconcejal de Cultura”, piénsatelo dos veces. Es el vértigo que produce imprimir letras encima de la pantalla plana de tu televisor.
Ese es una de los retos que más tiempo y discusiones nos lleva en la cocina de Cachitos de hierro y cromo, “otro” programa de archivo de La2 de TVE. La gracia, pensamos en el 2011, es que este sería estrictamente musical. Pretendíamos armar una sesión de vj (ejem, ejem…) con canciones unidas temáticamente por contenido, estética u otra excusa que nos pareciera ingeniosa. Queríamos cero off; ningún experto musical iba a pisar con su engolada voz las actuaciones tan chulas del archivo (infinito, sí) de TVE. Si acaso, unas presentaciones que te situasen en la temática del capítulo de turno por si te mareabas con el carrusel de música e imágenes.
“¿Y no quedará muy pobretón todo?”. Alguien se acordó de los pop-up videos de la VH1 en la década de los noventa: sobreimpresiones en pantalla con datos curiosos del making of del videoclip u otras costuras del grupo. Revisitados ahora me parecen más frívolos de lo que yo recordaba, pero estos textos continúan dándole un valor añadido a canciones que ya has oído (y visto) hasta la saciedad.
“Everything you say will destroy you” decía Luke Haines al frente de los Auteurs. También Felipe González echó mano de una sentencia popular parecida: “somos dueños de nuestros silencios pero esclavos de nuestras palabras”. Obviamente, nosotros preferimos al malhumorado songwriter inglés para destacar la hegemonía de la palabra sobre la imagen en el programa de La2 Cachitos de hierro y cromo, dedicado cada domingo a escarbar en los archivos musicales de RTVE.
Lo que empezó siendo una muleta para apoyarnos ocasionalmente en actuaciones insulsas o canciones directamente malas que había que poner sí o si (“porque pegan”), ha acabado siendo la marca del programa. En tiempos de mensajes fragmentados, el recurso del rótulo ha calado tanto en parte de la audiencia (a Twitter me remito) que a veces visionamos actuaciones no por puro placer melómano sino con la mirilla puesta para meter el chyron que lo pete. (Y aquí, le voy a poner un chyron al chyron *).
Esta metodología resulta un sacrilegio para algunos televidentes que se irritan con tanta canción cortada y subtitulada. Sí, quizás les hemos ahorrado el voice-over omnipresente pero ahora tienen que aguantar los rótulos a toda mecha, que les hace la misma poca gracia. Son peajes del bendito prime time dominical, quiero excusarme.
¿Quiere dedicarse a poner chyrons en Cachitos? ¡Pregúnteme cómo!
Seguro que corre todavía por ahí el vademécum de Gerarld Millerson (cuya principal actualización debe de ser su descarga en epub) donde se establece que el motor del lenguaje audiovisual es una dialéctica entre la palabra, la imagen y el sonido. Nosotros convertimos el tercio del sonido en un caballo ganador: directamente es música. Bueno, música y también la representación de esa música en actuaciones memorables (las que no lo son, no las sacamos) como los playbacks de los ochenta, por ejemplo. De cómo dispongamos esas tonadas y de lo que escribamos a pie de pantalla depende el éxito del programa.
No se trata de quererle colar a Millerson un anexo sobre el poder de la palabra en la imagen pero estas son algunas habitaciones no estancas que regulan la lógica de los chyrons que escriben los guionistas de Cachitos.
No me manches la canción
A menudo, vienen ganas de poner un rótulo identificador y ya. Hay canciones o actuaciones que piden no profanarlas con garabatos. A lo sumo, un pie de foto laudatorio y, a poder ser, que no sea de barra de bar. Prohibido el “¡Qué grande!”, claro.
A veces, no hay chyron simplemente porque el programa ha de respirar. No podemos tener a los espectadores leyendo todo el rato.
A bote Chyron
“Dispara. Lo primero que se te ocurra”. Algunos rótulos son idea de uno que pasaba por allí y que ve las imágenes con los ojos limpios y el corazón impuro. Algunos chyrons son de los montadores de Cachitos que merecerían un Ondas por trimear planos, pero que no acreditamos como guionistas.
La primera idea de chyron, por loca que sea, suele ser siempre la buena. Luego, basta solo con pulirla o encajarla en caracteres.
Sorpresas en segundo plano
¿Quién es capaz de distinguir a los “padres” de los futbolistas Guti o Pepe en pleno escenario cuando canta Soraya o la Carrà? ¿U otear que hay dos del público que se están zurrando en pleno “Viva el espectáculo”? Pululan curiosidades entre bailarines y elementos de atrezo que no pueden quedar eclipsados por la estrella de la canción. Hay que hacer foco de alguna manera. Estamos tentados de poner la cortinilla circular del cine mudo. Aunque con un chyron basta.
Ver el comentario de este GIF sobre el arte de la misdirection.
Dosificar el chiste
En la secuenciación de las actuaciones muchas veces manda el performer por encima de la canción. Musicalmente, bastantes temas nos gustan bien poco porque o están muy desgatados o son presa de la mofa fácil. Es entonces cuando hay que fintar al chistecillo para no caer en la obviedad.
Si todos los tuiteros ya van a soltar barbaridades sobre un cachito en concreto, ¿para qué las vamos a decir nosotros también?
Competencia lectora
“¿Y ese quién es?”, “lo conocerán en su casa” o “la gente no se va a enterar” son frases que te abocan al bruxismo laboral cuando se selecciona un cantante ignoto o destacamos en un rótulo algo poco conocido. “¡Pues, que lean!”, que la info está a un click. Por si acaso, nosotros la resumimos en menos de ciento treinta caracteres.
Una referencia culta o muy minoritaria entre setenta chyrons nunca molesta. Y siempre hay alguien que la pilla
Detrás de las cámaras
Al bregar con material de TVE y trabajando para la misma, podemos leer entre frames actitudes de artistas que confirman leyendas urbanas o intrahistorias que si no son ciertas, sí son verosímiles. Vale la pena contarlas, pues. ¿Por qué Blur se muestran tan apáticos? La selección española jugaba una eliminatoria del mundial en ese momento y los equipos técnicos retrasaron la grabación de su directo hasta el final del partido y la desesperación del grupo (esta es cierta). ¿Una actuación de Ramones en plano fijo general? Sería la hora de la pausa sindical… (esta no ha podido ser nunca confirmada).
Las anécdotas behind the scenes siempre enriquecen. Y además así parece que nos documentamos a tope (que, además, lo solemos hacer)
La gracia ofende: no siempre se acierta
Vocacionales funambulistas del chiste, hemos traspasado más de una vez la fina frontera entre el humor chispeante y la puta gracia. Cuando los estábamos escribiendo parecían buenas ocurrencias… hasta que los ves en pantalla meses después.
Como decíamos ayer, la letra queda. Y, encima, las reposiciones son muy malas compañeras de los chistes flojos.
Akelarre de tuiteros
A pesar de estos consejos y detectados algunos comentarios en las redes sociales que mejoran nuestros chyrons (en parte por la impunidad desde el smartphone y por evitarnos salir en El defensor del espectador), decidimos convocar un concurso de rotulistas. Colgamos un programa entero en la web sobre las tribus urbanas, y mediante formulario recogimos los mejores rótulos. Alguno feo se nos escapó en la selección final que provocó cartas al director de nuestro Facebook. Puedes ver el programa entero aquí.