Instagram antes de Instagram. O como Déborah García se puede rastrear las tendencias selfies de esta app en la Historia del arte.
ARTISTAS
WES
ANDERSON:
COLECCIONO,
LUEGO EXISTO
por Déborah
G. Sánchez-Marín
Me he tomado la libertad de matar a Wes Anderson y voy hablar de él como si fuera una gloria del pasado. Lo siento, es mi sección. Wes antes molaba, ahora ya no. Creo que dejó de gustarme tras Moonrise Kingdom. El Gran Hotel de Budapest me pareció una caricatura del cine del director texano. Siempre he pensado en sus películas como una especie de catálogo bonito donde se insertaban muchos elementos que giraban alrededor de Wes. Pinterest es la red perfecta en la que insertar ese universo tan particular que ha caracterizado la puesta en escena las películas del director: colores, tonos, vestuario, música…
Pensé en cada película de Wes Anderson como un tablero de Pinterest donde el director va marcando mediante el transcurrir de las imágenes sus cosas preferidas de la vida. Que nadie entienda esto como un resumen cutre del cine de Wes, es más bien el intento de vincular una red social con el trabajo de un director porque transcurren en paralelo. Al principio esta conexión fue algo que partía de lo más básico, del hecho de que Wes incluye en sus películas multitud de elementos que le fascinan. Es como un niño que va colocando en su álbum recortes de sus cosas favoritas. Sus influencias literarias, musicales y artísticas, todas tienen cabida en el universo que gestionan sus películas. Es por eso que me recordó mucho a Pinterest, a esa forma en que los usuarios organizan meticulosamente cada uno de sus tableros de una manera casi compulsiva (y en esto también comparten con Wes ese característico gusto por el orden y la armonía). Imagino al difunto Wes Anderson pasando de tablero en tablero, desde el diseño de interiores a paletas de colores, cómics o sombreros y corbatas tejanas. Igual que el cine postmoderno que Anderson controla tan bien, un cine que se nutre a su vez de multitud de referentes cinematográficos, Pinterest se estructura mediante la indefinición porque todo tiene cabida, así es como ambos aprovechan al máximo sus posibilidades. El de Anderson es un cine collage, donde montaje y música van de la mano. Donde todos los elementos acaban conformando ese inmenso tablero en el que Wes Anderson va enseñando al espectador su lista favorita de cosas de la vida. Una vez hablé del travelling de Wes Anderson como un medio para prolongar una carcajada infinita, esa carcajada sería la de la infancia. Pinterest entronca en cierta forma con esa visión del mundo que adquirimos en la infancia, ese deseo de recolectar y de guardar como tesoros las cosas que nos maravillan.
Pinterest es una red para compartir imágenes. El usuario tiene la posibilidad de ordenarlas en tableros en función de sus gustos temáticos, así cada usuario dispone en su galería de un sinfín de colecciones de imágenes basadas en las conexiones, intereses y gustos que cada uno tenga. Aficiones, pasatiempos, filias, tendencias, eventos… todo tiene cabida en Pinterest. Su lanzamiento fue además un hito, la marca que más rápido rompió el récord de los diez millones de visitantes únicos. Los creadores le dieron nombre pensando en una palabra que uniera por un lado el pin, el alfiler con el que se fijan las imágenes en un mural, y por otro la razón por la que eran escogidas para figurar en él. Cuando marcas una foto en Pinterest, la pineas. Las categorías más populares son viajes, coches, películas, humor, diseño, moda y arte.
Una de las cosas que más me han llamado la atención del funcionamiento de Pinterest es la casi nula necesidad de feedback. Cada usuario va a lo suyo, es quizá la red social que menos social es. En los dos meses que he estado pinenando y desarrollando el perfil de Wes Anderson no he llegado ni a cinco seguidores, y es que el diálogo con los demás usuarios no se articula mediante el follow o la amistad, el verdadero punto de partida es el feed, que se gestiona en relación directa a los “me gusta” que el usuario da. El Wes Anderson que he imaginado va a lo suyo, funciona a altas horas de la madrugada, creando tableros y navegando entre las múltiples conexiones que se generan a partir de varios likes. No sigue a nadie, no tiene amigos, pinea a lo loco, pinea sus películas favoritas, sus maquetas, sus interiores, sus libros.
The black-and-white photography, stark credits, droll wit, and jazzy score (which included a bit from Vince Guaraldi’s Skating, from the soundtrack to A Charlie Brown Christmas) bespoke an allegiance to 1960s and ’70s film movements, particularly the French New Wave and the so-called American New Wave that followed it. It was clearly the work of people who knew film history but didn’t treat the past as homework. The short was clever and knowing, but wasn’t a pastiche. It was somehow cool and warm at the same time, no small feat. Anderson didn’t make references; he had influences. And there were already signs that he had a pretty good idea who he was as a director, and was comfortable in his own skin. Bottle Rocket didn’t just signal the start of a career, but the birth of a voice.1
1.
The Wes Anderson Collection.
SEITZ MATT ZOLLER.
Ed. Abrams, Pág. 32
Al contrario que con los anteriores experimentos en las redes sociales, aquí no estoy experimentando con la obra de Anderson. Esta red social, al no ser autobiográfica, al no poner el yo en primer lugar, me obligaba a buscar nuevas fórmulas. Quería desentrañar el universo de alguien, alguien en quien las influencias fueran algo evidente, y no solo las influencias, también los elementos un poco peterpanescos que conserva Anderson, además de un cierto aire nerd.
Wes Anderson siempre centra sus relatos en problemáticas muy concretas: conflictivas relaciones entre padres e hijos, los cambios surgidos en la familia norteamericana, el abismo de abordar la madurez. De verdad creo que para Anderson el cine es una habitación donde reúne a ciertos amigos y les cuenta un cuento, un poco como en su Pinterest, es un celebrar las cosas que le gustan. Entre esos gestos, en esa galería de Pinterest, he creado uno que se llama “mis personas favoritas”. Anderson emplea casi siempre a los mismos actores para representar sus películas, un elenco muy específico que, aunque sí varía su rol, vuelve una y otra vez sobre el mismo registro emocional, dando como resultado personajes perfectamente definidos que hacen de la inexpresión una virtud. Es algo bastante parecido a lo que hizo Yasujiro Ozu durante su filmografía. Los actores de Ozu interpretaban variando escasamente el carácter de sus personajes, representaban los conflictos de una manera resignada que provenía de hacer una y otra vez los mismos papeles y de sentir una y otra vez las mismas emociones.
La experiencia ha sido diferente, he jugado a imaginar qué es lo que le gusta a Anderson, y a exponerlo. Poniendo al descubierto los gustos de Anderson es posible trazar un mapa que conecta todas sus películas. Pinterest no celebra el yo, Pinterest lo alimenta. He tenido que imaginar el Pinterest de Wes Anderson como si sucediese en su habitación, como si viéramos por un agujerito un espacio en su casa dedicado única y exclusivamente a sus filias. Esa habitación estaría diseñada como si fuera el dormitorio de Richie Tenenbaum, tendría juegos de mesa esparcidos por el suelo, maquetas, una tienda de campaña, libros y centenares de figuritas de Star Wars conservadas en sus plásticos como las tendría Ralph Wiggum. Sonaría música, obviamente proveniente de un vinilo, quizá de los Kinks, quizá de la Velvet Underground, quizá de los Zombies, habría cómics y aventuras gráficas, puzzles, disfraces, pósters de sus películas favoritas, y Snoopy.