Dice Aïda Camprubí que todos somos Megg de Simon Hanselmann. Y, además, lo argumenta. Personaje extremo y generacional.
ENTRE-
VISTA
A
LOS
BRAVÚ
por Aïda Camprubí
Home! Entrad, entrad, que os invitan este par de guapazos, Dea y Diego, Los Bravú desde 2012. Tienen el arte en el cuerpo, frente a la cámara y tras los pinceles. Husmear en su obra gráfica, plástica y fotográfica es como encresparse el dedo índice dándole al scroll. Da igual por donde empieces, la linealidad es aleatoria y está sobrevalorada. Wi-fi gratis sin limite de megas, conéctate donde y cuando quieras, la historia habrá empezado antes de que llegues, pero tendrás delante su mejor frame. Ellos son los selectors, tú déjate mecer por el scroll. No hay que buscarle el sentido a todo, no si no quieres.
Pero entre tanta liquidez virtual, hay algo que te golpea el cuerpo, suave, un “kissito” como ellos dicen. Es pronunciar su nombre y se palpa algo físico. Los Bravú: Te viene a la cabeza un olor, un lugar o una sensación de pachorra, ¿y qué son los bravú?
Bravú: (n) s.m, Olor a bravo que despiden los animales de monte. // Maleza, espesura de hierbas y arbustos. // Condición de lo que es silvestre o selvático.
E inmediatamente viene, indisociable:
Bravo, va: (adj.) s., Del lat. pravus ‘malo’, ‘inculto’.
Valiente, arriesgado. // Áspero, fragoso. // Suntuoso, magnífico, soberbio.*→
* La twilight zone, donde los matices de todos estos adjetivos se reúnen, allí están ellos y lo que hacen.
Ese reality bite, en mitad del ciberespacio (donde el siglo XXI se ha masticado la estética noventera), se encuentra en cualquier detalle de su obra, agazapado a punto de morder. Puede que de golpe, uno de sus esculturales personajes suelte esa frase que solo dice el charcutero del pueblo y que no llegan ni a dicho popular –aunque se use más, por supuesto–, o puede que desde una de las ventanas se atisbe el jardín de tu tía abuela. Fulgencio Pimentel, la editorial que les publica, infatigable, una obra por año –excepto La Fúria que salió en Apa Apa Cómics– dice que en ellos hay “poca ficción y mucha verdad”. Pero en su último libro, Mujer! –un museo virtual condensado en encuadernación japonesa– hay una descripción todavía mejor:
Esa verdad es la que nos atrapa. Ni metrópolis enajenadas ni templadas escenas pastoriles, en lo rural se acuñaron las alfas forradas de naranja fosforito y las montesas de trial mucho antes que naciera el primer sad boy. Esa solera rica llena de descargas de vanguardia. Pero oye, está bien que alguien lo reivindique.
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Habladme de Salamanca y de Pontevedra. ¿Cómo era el sitio dónde os criasteis? Con sus cosas malas y sus cosas buenas. Contadme algún recuerdo de la infancia y la adolescencia allí
Dea vivía junto a la vía del tren, lo digo porque tiene encanto. Estudió siempre en el instituto del barrio Garrido, a las afueras de Salamanca, bien de chavaleo moto-ratón, ladrillo visto y gitaneo flamenquito. Diego es concretamente de Marín, al lado de Pontevedra, que luego la familia se le enfada porque no menta la cuna. Marín pertenece a la comarca do Morrazo, rías baixas style, playeo, furanchos, botas Art. Nuestros respectivos padres siempre fueron unos fiesteros de primer orden, así que ambos vivimos una infancia repleta de noches de orquesta.
Furguson, que son de Gurb –un pueblecito de la comarca de Osona–, titularon su disco debut My Friends Are My Culture. Dice mucho de cómo se viven, se descubren y se comparten las inquietudes en este tipo de lugares. Llega un estímulo que un amigo enseña a otro y se genera un culto. ¿Cuáles fueron vuestros primeros contactos con las formas de arte que os interesan ahora? ¿Cómo llegasteis a ellos? ¿Compartisteis esas aficiones con vuestros amigos de entonces o era un gusto más individual?
Los dos coincidimos en que de pequeños dedicábamos mucho tiempo a dibujar en los manteles de papel de los bares y restaurantes. Eso era lo más, Pilot 0.7 y aceite de calamares. Por otro lado, no solía ser fácil toparse con gente a la que le enrollasen concretamente los cómics o dibujar, pero ese hueco lo llenabas hablando de cine, musicota, videojuegos… De adolescentes era la época de intercambiarse los Verbatim petados de pelis en screener y temazos en mp3, de lo más variado, desde Lauryn Hill hasta los doscientos álbumes de La Polla Records, todo cabía 😉 Podríamos hacernos los listillos nombrando cosas especiales, pero es que fuimos gente normal.
Tenemos la misma edad, así que supongo que vivimos la llegada de Internet de una forma parecida, en la preadolescencia. ¿Recordáis qué es lo primero que googleasteis? Y cuando ya lo manejabais mejor, ¿cuál era el uso principal que le dabais?
Foros rarísimos, diseño web de tipografía fosforita sobre fondo negro, chat de Terra.es, zumbidos de Messenger, porno sin vídeos, la locura incomprensible de MySpace, Esflog, Fotolog… Dea dice que fue una estrella nacional del Fotolog, pero se niega a desvelar su nick.
Os conocisteis estudiando en Facultad de Bellas Artes de Salamanca, especializándoos en pintura…
Estudiamos en cursos diferentes, apenas coincidimos hasta el último año, cuando compartimos taller de pintura. ¿Qué por qué escogimos pintura? En Salamanca era una disciplina que tenía mucho peso por entonces, incluso había un estilo propio que llamaban ‘expresionismo charro’ y un profesor que decía que había “que follarse el cuadro”. Además los talleres estaban genial, eran enormes y dejaban cocinar dentro y fumar porritos.
…y luego os mudasteis a un pueblecito de Galicia, ¿por qué elegisteis ese lugar? ¿en qué espacios os sentís cómodos?
Cuando nos enrollamos y acabada la carrera nos mudamos a Madrid, pero no teníamos euros y rápidamente nos mudamos a Galicia, porque allí podíamos usar una casa vacía como taller. Por entonces decidimos montar todo esto de Los Bravú, luego ya Angoulême y después Compostela, que es una ciudad llena de borrachos encantadores.
Hay una viñeta en concreto de Mujer! donde aparece un chico con peinado de fraile y una camiseta del Pato Donald en lo que parece la entrada de una de esas míticas torres de urbanización a medio construir y con el jardín sin plantar, como un sueño que se queda a medias. Mi barrio estaba plagado de ellas, recuerdo que me parecía desangelado, que me hubiese gustado vivir en un lugar mucho más bonito. Cuando lo he visto en vuestra ilustración, de golpe me ha parecido un sitio con encanto. ¿Lo usáis conscientemente con la intención de homenajearlo? ¿o sencillamente estáis documentando un espacio común?
Nos encanta irnos de paseo, y en Galicia el feísmo galego es muy inspirador, con todos esos objetos fuera de contexto y la armonía asonante entre lo urbano y lo rural. Es cierto que pretendemos introducirlo en nuestra obra, pero no con el fin de homenajearlo, sencillamente nos sentimos atraídos por ese entorno, estamos cómodos con él, porque lo conocemos y porque pensamos que tiene potencial estético y narrativo. Nos flipa el arte nuevo, el moderneo y todas las estéticas interneteras, pero también nos desvivimos por la vida con solera. Quizá hay quien se pueda sorprender por ver a un par de modernazas en medio de una finca de repollos o en un bar de viejos, pero Galicia y gran parte de España es así, no nos pasa desapercibido y ahí ponemos nuestro foco.
Con vuestros collages, se mezclan adolescentes de pueblo con seres mitológicos como Medusa (¡o los dinosaurios!). Hay un jarrón digno de un museo de arte moderno y luego una fotografía de unos japoneses vestidos de novios al lado de la Torre Eiffel, en un ambiente totalmente criminal. ¿Hay una clara intención de ponerlo todo a un mismo nivel?
Nos encanta que cites la foto de los japoneses, es nuestra obra favorita. Respecto a tu pregunta, para nosotros todo está al mismo nivel, pero varía según el discurso del emisor o la comprensión del receptor. Cuando estábamos preparando el concepto del libro Mujer!, nos dijimos que la cultura contemporánea ya lo empata todo, pero no solo eso, si no que lo mezcla y lo reproduce hasta el infinito. Nos propusimos que la experiencia de leer Mujer! fuese como echar un rato en Internet abriendo mil pestañas y quemando el scroll del ratón. El consumo de cultura hoy en día salta en un solo minuto de un artículo sesudo a un meme loquísimo, amenizado por un temazo que un prepúber ha diseñado con su tarjeta de sonido. Eso es.
Quizá también pueda relacionarse con lo que decíais sobre los personajes: “buscar ese punto estético documentalista, el sacarle la belleza a esos ojos con ojerillas de por la mañana que le dan carácter y matiz a las personas”. Creo que vuestros personajes son atractivos por la seguridad que desprenden. Tienen ese porte de “ponme lo que quieras”, son muy naturales y se encuentran en su salsa. Son sexys porque desprenden empoderamiento. ¿De dónde pensáis vosotros que sacan su poder?
Pues quizá porque parecen pensar, decir o hacer lo que les viene en gana, aunque sean chaladuras. No pretendemos hablar a través de nuestros personajes, por eso no nos importa si dicen cosas sensatas o son unos necios. Lo importante es que sean honestos, porque en esta época de beatos y revolución de marketing, preferimos personajes que se muevan libres, aunque se pongan de fango hasta el cuello. A la hora de diseñar personajes disfrutamos mucho intentando añadirle matices, ya sea a través de algún rasgo físico o en su ropa o en alguna coletilla al hablar, que insinué aspectos de su vida más allá de las cuatro viñetas que nosotros dibujamos.
Habladme del título, ¿por qué os decidisteis por Mujer!? Porque en vuestra obra hay muchas féminas, pero también hombres y personas que directamente rompen con el binarismo de género?
Dentro del libro hay una página sobre uno de esos horrorosos horóscopos como para chicas teens que empieza diciendo “¡Atenta, mujer!”, y sencillamente pensamos junto con nuestro editor que sonaba guay y molaba para el título. Puede que esto confunda a alguna peña, que se acerquen pensando que el libro está construido desde una perspectiva de género y luego se sientan defraudados, o no, vete tú a saber, no vamos a ser nosotros quienes nos pongamos etiquetas de nada. Si en nuestros cómics hay muchas chicas es porque para retratar cuestiones contemporáneas eso es lo más natural, y claro que también hay chicos que quizá no son un clásico de lo heteronormativo viejuno, pero es que estamos en el 2016, ¡¡¡jolín!!!
Otro detalle que me llama la atención de vuestra obra es la captura del frame, cómo llegamos a una historia que ya está empezada, con diálogos a medias, pero muy elocuentes. ¿Cómo elegís cuál es ese frame perfecto que explicará la historia?
Nos ponemos a hacer el chorras, a imaginarnos situaciones y personajes, de esas paridas salen las frases como perlitas. Pensamos, “esto así ya nos enrolla, ya nos da gustito por el sentido que trasmite o simplemente por cómo suena”. Luego pulimos eso, le ponemos peluca y pantalones a los personajes y nos dejamos llevar por donde vaya, improvisamos bastante.
Me gusta y me inquieta a la vez este empoderamiento del extrarradio o de lo que antes se consideraba pobre o chabacano porque no venía del centro neurálgico de la ciudad. ¿Por qué creéis que ahora se dirige la vista hacía esos lugares? Hacia lo que antes era invisible?
Es una pregunta muy difícil de responder, porque tiene mucho que rascar. La cultura del siglo XX está llena de ejemplos de abajo hacia arriba, o de fuera a dentro, como se prefiera. Las intenciones han sido de lo más variopintas, algunas honestas y otras no. Lo que es evidente es que las nuevas tecnologías permiten acceder a expresiones alternativas de un modo más fácil y rápido. Eso está cambiando el paradigma de oferta y demanda de las últimas décadas, y en esas andamos, ya veremos qué pasa.
Hay varios artistas que meten mano en esta estética. Pienso en los videoclips donde Yung Lean aparece con esas motos de trial por un cementerio y un cenagal, en vez del típico guaperas en el circuito de carreras. ¿Qué artistas creéis que han adaptado bien esa estética y cuales no?
Todas esas chicas súper molonas con Instagrams y Tumblrs chulísimos, solo por el ocio, por poder expresarse. De ahí estamos bebiendo muchos, sin ellas esto sería otro cantar. Hay que reconocer el valor que tienen, sin pasarse eh, que luego a muchos medios se les va la olla con las Instagramers y se convierte todo en una chorrada.
En vuestro caso, se nota que habéis crecido en el meollo rural, sobre todo por los pequeños detalles, como cuando retratáis el escaparate de esa bodeguita donde se expone el pescado entero junto a las botellas de vino, donde se va a comer con la familia aprovechando cualquier celebración. Pero, ¿cómo veis la apropiación de esta estética del espacio marginal por parte de los ajenos? Es darle visibilidad, pero hay quien desde el bienestar tiene la elección de parecerse o disfrazarse de una cosa u otra.
Nos importa un pepino de dónde venga cada cual, lo importante es si lo que hace mola o no mola. Si mola significa que lo está haciendo guay. Por eso Hattori Hanzo le hace una katana a Uma Thurman.
Y ya que hemos empezado hablando de lugares, ¿os apetece que acabemos así también? ¿Cómo habéis terminado en Italia? ¿Qué andáis haciendo allí?
Estamos en la Academia de España, una residencia artística en Roma con más residentes de otras disciplinas. Pintores, fotógrafos, historiadores… Buenísimos todos. Aquí tenemos un proyecto que incluye diferentes trabajos, pero el más potente es un cómic que en principio se publicará dividido en tres números y que editará Fulgencio Pimentel. Le pondremos de título un capricho que ya teníamos guardado, Ese extraño flow. Acabamos de abrir un para ir contando cómo va el proyecto.
Contadme qué tal es Roma, ¿qué detalles de sus gentes y de su ciudad se colarán en vuestras páginas?
Roma es una ciudad que te desborda, muy inspiradora no solo por su historia y su arte: en todas las esquinas conoces personajes alucinantes y también sus zonas menos céntricas tiene mucha fuerza. Es una ciudad con un ritmo de vida peculiar y en ella parece que pasa de todo y nada a la vez. Es genial para pasear, está llena de anécdotas alucinantes que nos están dando bastantes ideas. Luego hemos descubierto los supplì, que son como croquetas de arroz a la cubana que valen un pavo y te dan la vida.