Cortometraje publicitario, 2014. 13’38’’. Color. 16 mm
Paisajes tus palabras
Fur Voice
Por Maria Sosa
Cuando David me pidió que le hiciera el videoclip para una de las canciones de su nuevo álbum me hizo especial ilusión por varias razones.
Mirror Image. Oscar Muñoz
El agua es el hilo conductor de casi todo el video. La idea era que por muy loca que fuera cada imagen todo estuviera hilado y que David, el cantante, solo apareciera en “estado líquido” para hacerlo de alguna forma el narrador de todo el viaje.
Underwater Study #1608. Howard Schatz
El plano que toma como referencia esta fotografía es mi favorita. Ya le he dicho a Conrado (VFX artist) que debería patentar la fórmula.
La primera es que la música que hace David, desde mi pequeño bagaje musical, me parece única. Va más allá de los ritmos, de las melodías y te acaba envolviendo en universos rarísimos en los que la mayoría de las veces incluso te hace sentir incómodo, como si ocultase cosas. A mí me recuerda en algo a la atmósfera de las pelis de David Lynch, en las que te dejas llevar por ese punto hipnótico que te engancha, pero a la vez sabes que hay algo turbio que no puedes describir, pero que está ahí.
La segunda era más bien una preocupación: el último videoclip de Fur Voice , de Pablo Maestres, es muy bueno y la había petado bastante. Claro, eso siempre te hace sentir una presión general, sobre todo cuando la diferencia de recursos es descomunal. Pero supongo que esa presión también servía de motivación.
Los paisajes que aparecen son material no utilizado de otros proyectos. La mayoría están rodados por Luis Cerveró en Islandia y creo que son las imágenes de paisajes más alucinantes que he visto nunca. De hecho cuando Emi me lo enseñó pensaba que era broma que ese material estuviera ahí, en un disco duro, a ultra calidad, todo ordenadito ya por carpetas… Me hizo bastante feliz.
La traviata. Verdi. Rafal Olbinski
La mayoría de imágenes están inspiradas en la pintura surrealista de Rafal Olbinski o René Magritte. Especialmente esta imagen.
La tercera acabó siendo el detonante de toda la historia. La canción cuenta los primeros encuentros de una historia de amor, como casi todas de las canciones de la historia, sí. Pero, cuando David me lo contaba, me parecía loquísimo que hubiera conseguido transmitir ese sentimiento con esas palabras tan alejadas de la forma en la que solemos hablar del amor, pero, al mismo tiempo, tan reales.
Si te paras a pensarlo, te das cuenta de lo universal que es el amor y de que enamorarse provoca el mismo desajuste cerebral en todas las cabezas que lo sufren (sin distinción de edad, sexo o cultura). Las endorfinas se vuelven locas y de repente un absurdo e “involuntario” roce de rodillas por debajo de la mesa se convierte en una erupción volcánica. La verdad es que no me quiero poner cursi con esto, porque no es para nada mi estilo, pero de eso va el videoclip: de transmitir las primeras pistas del amor desde un punto de vista ultra-sensorial, llegando a lo surrealista; y no solo porque la canción de David así lo cuente, sino porque en el fondo, si lo piensas, lo es.
Dune. David Lynch 1984
Hay siete planos diferentes de ojos. Como simple curiosidad, el iris de ninguno de ellos pertenece al ojo real.
Making of