El consumismo como acción feminista. Porque cada cual se empodera como quiere, faltaría más. Estefanía Guilarte te lo explica.
Estefanía
Guilarte
Neonazi is the new black
Con estos antecedentes no nos extraña que la aria, atlética y sosaina Gwyneth Paltrow sea actualmente la imagen femenina de Hugo Boss
Aunque la palabra neonazi no acabe de casar demasiado en la misma frase con black, así es: la ultraderecha está de moda. En España, como de costumbre, las modas siempre llegan más tarde. Así que mientras aquí nos creemos que la nueva política pasa por la izquierda de las izquierdas (como si eso pudiera existir), la tendencia en el resto de Europa pasa por la ultraderecha, que esa sí que es la derecha de las derechas.
Pero no solo de política vive el hombre, y aunque dudo que Hedi Slimane pensara en Walter Benjamin cuando inundó la pasarela de Saint Lauren de chaquetas Bombers, es evidente que la estetización de la política y en concreto de los fascismos es una historia que viene de lejos.
Antecedentes: los afamados uniformes militares nazis firmados por Hugo Boss a conjunto con los cortes de pelo hipsters de las juventudes hitlerianas, la maxijoyería de Carmen Polo aka “La collares”, las camisas negras de la Italia fascista (y nuestra versión patria en azul falange), las menos conocidas, pero no por ello menos estilosas, camisas de la Unión Británica de Fascistas BUF (¿no os recuerda muchísimo al diseño de vestuario de Her?) y las camisas negras también-para-ellas de la sección femenina de las FES-JONS acompañadas de una falda midi plisada y tacón medio. Todo es, ahora, tendencia máxima.
BUF: Ponle tonos pastel y a Joaquim Phoenix y ahí lo tienes
La Polo en plan It lady: bling bling del bueno y sombrero Canotier, ideal para una boda en primavera, o para ir al Primavera
De nuevo las BUF: sobran las palabras y el estilo. ¡Por Dios! si parece que caminan sobre una pasarela. TrendAlert: las camisas negras van a volver, si no, al tiempo
Un falso Bob, una mini plisada, un tacón medio y ese aire feísta tan de las JONS… y tan del barrio de Gràcia en Barcelona
Desfile de Alexander Wang: ahora me dices que es una refugiada de la guerra de Serbia y también me lo creo
Pero el look de los fascismos clásicos evolucionó a partir de la década de los setenta y en los ochenta se democratizó (democracia pega menos con fascismo que negro, pero bueno). Digamos que se popularizó gracias a los movimientos skins y al pelotazo de marcas como Fred Perry (aquí habría que hacer un aparte sobre el irresistible e irracional atractivo de los tíos con polos Fred Perry: hombres del mundo, no os pongáis fotos haciendo escalada, con la tabla de surf o con perros en Tinder; hacedlo con un Fred Perry y no daréis abasto con los crush), Ben Sherman, Lonsdale, Harrington, Dr. Martens, Adidas Hooligans y otras tendencias como los vaqueros arremangados o los zapatos loafers. Y, cómo no, la bomber… Esta temporada primavera/verano 16’, si cogéis cualquier revista de tendencias, todas coinciden en el pensamiento único: vuelven las bombers y si el retorno se quedara ahí pues ni tan mal; soportamos el retorno de los bodies, así que somos un pueblo acostumbrado a sufrir.
Llegados a este punto, podríamos entrar en el debate de qué fue primero: ¿la moda o la connotación política que suponía llevar estas prendas? Pero no parece posible disociar la una de la otra. Es lo que tiene la ultraderecha, que se dialoga poco, así que debate zanjado.
El problema, mucho más grave y mucho más gordo, es que también vuelven otras modas, que tiene más que ver el fondo que con la superficie: pintar las puertas de rojo y poner pulseras identificativas a los refugiados en el Reino Unido, confiscarles los bienes en Dinamarca, expulsar a los extranjeros que comentan delitos en Suiza y un larguísimo etcétera de barbaridades que nos recuerdan al pasado más oscuro de Europa.
Mirad a este, cansado está de tanto follar
Recordemos (¡alertemos!) que La liga Norte en Italia, el Partido de la Libertad Austriaco, el Partido por la Libertad en Holanda, el Partido del Pueblo Suizo, el Partido Popular Danés, los Demócratas Suecos, los Verdaderos Finlandeses o el Partido del Progreso en Noruega son algunos ejemplos de formaciones de ultraderecha que han conseguido situarse como tercera, segunda fuerza o incluso liderar los diferentes parlamentos. Por no entrar en la Europa del este con la Unión Nacional Ataque en Bulgaria, el Partido Eslovaco Nacional o el Partido de la Gran Rumania. Y para echarles de comer aparte: el Movimiento por una Hungría Mejor, que estos ni disimulan ni intentan parecer lo que no son.
Los partidos de ultraderecha han sabido, una vez más, dar un giro a su imagen y hacer atractivo su peligrosísimo ideario para el gran público. Triste y… aterrador. Porque mientras tanto, la izquierda se empeña en no teñirse las canas, en llevar vestidos que no se ajustan a la silueta y calzar medias tupidas que no dejan ver el atractivo de sus encantos. Al fin y al cabo, la estética es progreso; y la izquierda no está dando la talla ni en la política ni en la moda.