Auge y caída del pasillo

Por
Glòria Bonet

Auge y caída del pasillo – O Productora Audiovisual

El pasillo como ente que se auto-reproduce en un l oop infinito tiene la magia de los espacios imposibles que dibujaba Escher. Bajo esta influencia psicodélica, lo que pueda haber al final del corredor nos asusta tanto que en el fondo no queremos que se termine nunca.

Auge y caída del pasillo – O Productora Audiovisual

Sofia Coppola consigue con su biopic otorgar a María Antonieta el estatus de primera it girl  de la historia. ¿Imagináis un lugar más acorde que la Galería de los Espejos para la boda de esta bloguera en potencia?

Cierra los ojos e imagina a María Antonieta. Con un vestido azul perla y un pelucón desafiante. Sí, todavía conserva la cabeza sobre los hombros. La podemos ver atravesando amplias salas encadenadas una tras otra en el descomunal Versalles. Así se deambulaba por palacio: yendo a través, pasando por el medio de cada estancia. No existía el pasillo. Tampoco lo había en las casas humildes, donde los miembros de la unidad familiar compartían como podían una estancia conjunta con otra unidad familiar (con suerte, de ratas).

El pasillo es un invento relativamente reciente e incluso parece parece que podría ser de patente ibérica. También llamado corredor (“corridor” en inglés, “corridoio” en italiano, “couloir”  en francés), el pasillo encuentra su origen en los mensajeros (auténticos “corredores”) encargados de llevar misivas de una punta a otra de la Corona de Castilla en el siglo XIV. Para ellos, se dispuso con el tiempo un pasaje exclusivo en las demoras señoriales que les conducía al destinatario.

Sin embargo, hasta mediados del siglo XIX los pasillos eran una rareza incluso en grandes edificios públicos. No se estilaban ni siquiera en los hospitales, donde los infelices estiraban la pata a la vista de todos y en comunión. En esa época, además, los pasillos tenían mala reputación, de lugar angosto, oscuro y peligroso, pues se asociaban a las prisiones, únicas edificaciones en las que habían triunfado. Este backgr ound de sitio chungo y malrollero es una herencia connotada que se ha seguido explotando a lo largo de los tiempos (recordemos los recorridos de triciclo en de Kubrick).

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Luis XIV transformó un refugio de caza construido por su padre en el Palacio de Versalles. Su arquitecto de confiança, Lo uis Le Vau, triplica las dimensiones del edificio sin proyectar un solo pasillo.

La noción de apartamento moderno y el auge de la burguesía en el XIX salvaron al corredor de su oscura condición. La idea de pasillo iba ligada a esta nueva manera de entender la vida, en la que lo público y lo privado se separaban.  El Ensanche barcelonés construido durante las dos primeras décadas del siglo XX, ¡oh, joya modernista!, es fruto del nuevo paradigma social. Las residencias burguesas se articulan a los lados de ese intestino delgado para dar cabida e intimidad a un buen número de hijos y a alguna que otra criada en apuros.

Han pasado cien años y la gran mayoría de estas viviendas no solo siguen en pie, sino que han  envejecido con una dignidad admirable. Pero necesitan reformas, ponerse al día, adaptarse a nuevos inquilinos. Ya no son familias numerosas, no precisan vivir en espacios compartimentados y no se manifiestan tan pudorosas a la hora de definir la esfera de lo íntimo. ¿Estarán bajo la influencia de los espacios abiertos postindustriales convertidos en vivienda en Nueva York a partir de los sesenta ? Seguro,  que aquí todos hemos visto Flash Dance. O Ghost, no sé qué es peor.

Numerosos proyectos de reforma nos sirven como ejemplo de este tratamiento antiag ing que consigue borrar la arruga central, el pasillo. Los resultados son variados, pero tienen en común el aire extremadamente contemporáneo que dan al conjunto. Confirman también que se puede recuperar gran parte del legado modernista catalán (suelos hidráulicos o de nolla, techos con molduras, carpintería de puertas y ventanas) sin que desentone con las aportaciones de programas funcionales más radicales. Al contrario: se da un diálogo respetuoso e intergeneracional que es lo más en el plano ecosostenible.

Así que, queridas amigas, ya podemos pasearnos por los renovados pisos del Ensanche  pasando de sala a sala sin usar aquello tan rematadamente burgués y casposo que es el pasillo. Exactamente como María Antonieta, musa audaz de la modernidad avant la lettr e por obra y gracia de Sofia Coppola.

Aviso al fantasma del pasillo: si crees que refugiándote en el recibidor vas a salvar el pellejo, te equivocas. Al recibidor no le quedan ni dos telediarios.

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Sala de Santa María del Antiguo Hospital de la Santa Creu y Sant Pau , en la calle Hospital. Los números correlativos de cada litera pueden verse todavía hoy en algunas aulas de la Escola Massana, institución que ocupa desde 1935 las salas del antiguo hospital.

Este corredor del colegio de Les Teresianes de Gaudí  adopta una especie de morfología uterina que haría enloquecer a la mismísima Georgia O’Keeffe.

Auge y caída del pasillo – O Productora Audiovisual
Auge y caída del pasillo – O Productora Audiovisual

Reforma de una vivienda llevada a cabo por en la calle Provença. Abajo las paredes, arriba la luz. Fotografía inferior de Andrés Flajszer.

En este proyecto de The Hall Studio para el chaflán de  Valencia con Bailén, la cicatriz en el suelo y la viga de del techo señalan el lugar de un pasillo ciego hoy unido a la sala. Fotografía de Rafel Gras Forner.

Auge y caída del pasillo – O Productora Audiovisual
Auge y caída del pasillo – O Productora Audiovisual

Los multi premiados Arquitectura-G deciden en este proyecto de la calle Mallorca meter el cuarto de baño en mitad del pasillo. ¿O es el pasillo que se mete en el baño? Fotografía de José Hevia.

Glòria Bonet