Muerte y destrucción: los comienzos de la animación forense

Por David Domingo

No es el mejor de los días. Has hecho todo lo posible para que en la selección del jurado no te escojan precisamente a ti. Pero ahí estas, en 1985: miembro del jurado del caso Connors versus United States acerca del triste accidente del vuelo 191 que sucedió el 2 de agosto de 1985. Pasas la jornada escuchando al fiscal, a la defensa y a diversos testigos cuando se abre la puerta de la sala y un ujier entra empujando un Sony Trinitron de veintisiete pulgadas con un vídeo Sony Betamax (un año antes tuvo lugar el caso Sony Corp. versus Universal City Studios que determinaba, tras varios años desde su introducción, que el uso en los hogares de los reproductores de cintas de vídeo era legal). El fiscal te avisa de que vas a ver el vídeo de la reconstrucción del accidente. Tú te despejas porque han encendido un televisor. El ujier mete la cinta de vídeo, le da al play y es la primera vez que en un juicio se utiliza (que todavía se usan hoy, no lo olvidemos).

Lo de la televisión y el vídeo Sony son licencias que me he tomado. Es para ambientar los ochenta con productos de tecnología punta de primer nivel. Seguramente fue un televisor Panasonic y un reproductor VHS JVC, no se abrieron las puertas y no entró el ujier empujando la televisión, pero más o menos la escena fue así. Lo que sí es cierto es que tú, como miembro del jurado, te espabilaste inmediatamente y te dijiste: “a ver qué ponen”. Si con los gráficos del Spectrum 32k llorabas de emoción, pues imaginate viendo esta animación forense tan esterilizada: aquello era el no va más de la época.

Aséptico es el término que mejor define la realización de un vídeo de animación forense. Viene a ser como una película de Stanley Kubrick, del que siempre se señala su falta de empatía y frialdad con el género humano, pero sin zooms, simetría, objetivos Zeiss de la Nasa, música clásica, etc. Las acciones recreadas suelen ser dramáticas, desde accidentes de coche, aviones o motos hasta homicidios con pistolas y arma blanca, pero no siempre es así: en el caso Siemens vs. Seagate Tecnologies se presentó un vídeo que mostraba una ampliación de las cabezas lectoras de discos duros en plena acción para dirimir un caso de patentes. Así que no siempre hay muerte y destrucción.

Volvamos a la sala del tribunal. La FAA (Federal Aviation Administration) y el NWS (National Weather Service) insisten en que toda la culpa ha sido de los pilotos. Así que contratan a la empresa Z-Axis para que hagan un vídeo de cuarenta minutos a razón de mil dólares el segundo para presentar todos los datos en el juicio. El vídeo es una mezcla de conversaciones de los pilotos y gráficos con todo tipo de datos técnicos que defienden que todo el instrumental funcionó a la perfección y se puede definir como… muy espartano. La FAA y la NWS ganaron el juicio y no tuvieron que compensar a las víctimas del accidente.

De este modo, comenzaron a usarse animaciones forenses durante la segunda mitad de los años ochenta. Pero hubo que esperar a 1991 para que se utilizase en el primer juicio criminal: fue en el . Los hermanos Mitchell eran empresarios del porno, conocidos sobre todo por producir y dirigir Tras la puerta verde. A finales de febrero de 1991, Jim fue a casa de Artie con un rifle del calibre 22 y todo acabó muy mal (con Marilyn Chambers diciendo unas palabras por Artie en su funeral: así de mal).

Así que es febrero de 1992 y de nuevo estás en el jurado, y el fiscal llama a Alexander Jason, especialista en animación forense y balística que va a poner un videocassette con la animación de todas las trayectorias de los disparos y situación de . Alexander no es un artista. Lo suyo no es “aquí este encuadre, allí estos colores”; lo suyo son los datos, la física de las trayectorias e impactos y un análisis exhaustivo de la escena del crimen. Por eso el vídeo es como es. Lo más importante sucedió después, durante el alegato final de la defensa. Michael Kennedy, abogado de Jim, comenzó mofarse de la animación de realidad virtual, intentando desprestigiar el trabajo de Alexander Jason. Una táctica que no le salió bien, pues finalmente fue declarado culpable. Pero se mofó…

Abramos paréntesis para situarnos, por un momento, dos meses más tarde: en marzo de 1992 se va a estrenar , y dos meses antes del juicio se ha estrenado en la MTV, BET, VH1 y Fox el videoclip de Michael Jackson Tampoco está de más recordar que tres años antes, John Lasseter proyectaba en SIGGRAPH un , que entusiasmó a todos los presentes aunque había algo imposible de obviar: el modelado y textura del bebé Billy, que lo situó en los rankings de criaturas más terroríficas de la historia del cine. Existía un choque entre el asombro ante lo que veías y el espanto. De alguna forma, estas dos sensaciones se amalgaman siempre en la aplicación de nuevos avances de tecnologías digitales. Un ejemplo relativamente reciente sería el rejuvenecimiento de Brad Pitt en El curioso caso de Benjamin Button, en el que parecía un muñeco de cera. No puedo dejar de pensar que esto es espléndido: el rostro del bebe Billy no podía quedar de otra forma que horroroso; un bebé con cara de anciano. En Tin Toy ya estaban modelando y renderizando, pero aquello no daba más de sí: muy pocos polígonos. Pero lo de David Fincher es nivel Madame Tussauds. Ahora Pixar modela un bebé encantador y se pierde la magia de esa combinación de belleza y horror. Pero no nos vayamos por las ramas: Michael Kennedy se burlaba de la animación forense presentada en el juicio porque quizás había visto el vídeo de Michael Jackson con su morphing tan depurado y sorprendente, o había visto Terminator 2 con su mujer, e intentaba ridiculizar el primitivismo del vídeo. Pero olvidaba la esencia de la animación forense: datos, hechos, neutralidad y un presupuesto muy ajustado.

Pero puestos a fantasear, imaginemos que Michael Kennedy no se burló de la animación forense por su simpleza sino por su esencia CGI. Imaginemos que Michael detestaba el CGI, se salió del cine cuando fue a ver Terminator 2, y en 1985 le horrorizo el videoclip de los Dire Straits de ; no por los Dire Straits (que sería lo normal), sino por sus secuencias de animación 3D. Es una amante de los practical effects y la animación fotograma a fotograma. Bueno, pues entonces tenemos que hacer referencia a que C.J. Halley y Larry Owen realizaron para Paul Thomas Media entre 1986 y 1990. Son las animaciones forenses más hermosas que uno puede encontrar. En un estudio, con maquetas en un diorama y filmadas en stop motion, Halley y Owen recrearon distintos accidentes de automóvil de forma minuciosa. Algunos están filmados en 16mm con una Canon Scoopic, otros con una Arri de 35mm y otros con una cámara de vídeo. Paul Thomas supervisaba personalmente la producción que en su página web califican de dando a entender claramente que la llegada de la reconstrucción con programas de modelado 3D a partir de los años noventa supuso un alivio para un empresario como Paul. Son animaciones en la tradición de Ray Harryhausen, pero sin fantasía alguna; una mera reproducción de hechos reales. Esa mezcla entre la animación tradicional, maquetas, dioramas y textura de la película para reconstruir accidentes crea una extraña atmósfera, como un sueño donde se mezclan juguetes, colores pastel y muerte.

Muerte y destrucción: los comienzos de la animación forense – O Productora Audiovisual

Connors vs US: los gráficos que lo empezaron todo.

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Billy de Tin Toy: adorable criatura terrorífica.

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¿Brad Pitt en el papel de Benjamin Button? Pues no: es su figura en el museo de cera de Madame Tussauds

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Head on crash Una de las filigranas stop-motion de Larry Owen.

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Durante una época (cortita), este videoclip de Steve Barron para Money for Nothing de Dire Straits fue lo más.

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Paul Thomas supervisando un rodaje en miniatura de C.J Halley y Larry Owen.

Muerte y destrucción: los comienzos de la animación forense – O Productora Audiovisual

The people vs Mitchell: así eran las animaciones de la mofa.