Normas de urbanidad para muchachos tecnológicos

Las redes sociales, las aplicaciones para ligar, los chats de WhatsApp o los foros de Internet se han convertido en un vertedero de frases incómodas, hirientes y prescindibles. El talento –que hay mucho– pasa desapercibido entre tanto marasmo de opiniones que nadie ha pedido.

No solo nos estamos acostumbrando a la crítica hueca, al juicio gratis o al titular hiperbólico. Nos hemos hecho del todo a la mala educación. Gente que desaparece de un chat sin despedirse, gente que comparte contenidos sin citar de dónde los robó, gente que solo exhibe lo propio… Gente en fin, insoportable.

Si usted no desea resultar insoportable a sus congéneres, le convido –con cariño y respeto– a que haga caso a estas sencillas normas de urbanidad para mancebos de esta época digital:

Normas de urbanidad para muchachos tecnológicos – O Productora Audiovisual

GIF por Luis Mazón

1. Si tiene los mismos seguidores en todas las redes sociales, no comparta los mismos contenidos en todas ellas. Puede que esté muy orgulloso de ese bodegón que parece improvisado con fondo rural apañado, pero sus colegas no lo valorarán positivamente si lo ven en Twitter, Instagram y Facebook.

2. Está muy feo marcharse sin decir adiós. En la vida y en los chats. Si va a abandonar una conversación, despídase antes de hacerlo, haga el favor.

3. No consuma alcohol. Bueno, haga lo que quiera, pero no cuando tenga redes sociales a su alcance. La que puede armar es muy gorda. Prácticamente mórbida. Cuidado. Sobre todo porque cuando se arrepienta, será demasiado tarde.

4. No compre drogas. Es decir, si le son menester, zambúllase en el mercado negro de referencia en su localidad, pero no en las redes sociales. En Grindr, Blendr, Tinder y demás es relativamente habitual, pero no debe ser buen género, además de un riesgo innecesario.

5. Esas gracietas de “Tu nombre de superhéroe”, o “Cuál sería tu partido político” o “Tu nombre de estrella del porno” basándose en las iniciales o la fecha de nacimiento, hacen gracia (y poca) la primera vez. Absténgase de colgarlo si lleva rulando por los perfiles de su entorno más de una semana. Es preferible no aportar nada a llegar tarde y mal a una idiotez que no llega ni a ser viral.

6. Está muy feo robar. Esto nos lo han enseñado siempre y lo tenemos relativamente interiorizado. Así que, haga el favor de no apropiarse de lo ajeno. Esto viene a ser: citar la fuente de donde se toma prestada la información, hashtaguearla o incluso etiquetarla. Que tampoco es plan de tomar todos las mismas medidas que Cabronazi, la web de humor cuñao que incluye su nombre y logo en todas sus publicaciones para que todo el mundo se entere que salió de ellos el chiste (aunque a su vez lo hayan rapiñado de otros).

7. Dar likes a diestro y siniestro le hará parecer persona sin criterio.

8. No dar likes le hará parecer huraño. De esas personas siniestras que viven la vida fuera de ella. De esas personas que miran fijamente a otras en el autobús. De esas que guardan una catana bajo la almohada. De esas, sí.

9. LinkedIn es una red social para ligar ¿Todavía no se ha enterado? Sí, es la única donde se mantienen las formas y además se sabe el status y el nivel cultural de sus posibles parejas.

10. Las aplicaciones de ligoteo, como Tinder son un dechado de mala educación, barbaridades y bloqueos. Existe una popular que recopila todo tipo de desmanes y sirve para hacerse a la idea de lo que ronda por ahí. Lo que Tinder oculta va desde proposiciones sexuales un tanto “gruesas” o insultos… hasta mucha desesperación sentimental. Si va a utilizar esta bendita aplicación, compórtese con el trato que le gustaría que le dispensaran a usted. Ese es el secreto para ser un exitoso seductor. Y paciencia, mucha paciencia.

11. No sea silencioso. Tener un Twitter para no usarlo, estar en Facebook como un convidado de piedra o compartir chat de WhatsApp sin decir ni mu hará que le cataloguen como un antisocial, un cotilla, un voyeur o que le olviden hasta el punto de que si muere tarden meses en encontrar su cadáver porque nadie le echará de menos.

12. Su vida online es su vida online. Esto quiere decir: No es la de su hijo, por muy mono que sea cada vez que agarra un trozo de pan o se pone un sombrerito. Ni es de su gato. Ni siquiera es su vida: es una proyección de esta. Generalmente es mucho más triste todavía: es el modelo de vida que quiere exhibir, la vida que le gustaría tener y ni por asomo tiene. Cuídela y no de muestras de lo sórdidamente triste que su vida es en realidad, por favor.

13. Lea los hilos de conversación antes de escribir. Resulta muy cansina la gente que repite las cosas. También resulta incómoda esa gente que se mete en conversaciones de quienes ni conoce y opina alegremente sin saber si los demás interlocutores son terroristas islámicos hablando en clave, miembros de una sociedad de bdsm o una pandilla de amigos muy cercanos. Algunos incluso opinan con agresividad, dinamitando las conversaciones ¡en muros ajenos!. No sea de estos, alma de cántaro, por favor.

14. No es que los selfies sean de mala educación: es que denotan ausencia, vacío, preocupación y/o inseguridad. Tenga en cuenta que detrás de una imagen bien enfocada, con el fondo correcto y la expresión precisa, hay un trabajo de composición de plano, un absurdo ensayo de muecas sugerentes tipo Zoolander y más de treinta fotos descartadas ¿De verdad es eso lo que quiere que sepan de usted?

15. Todos tenemos una noción muy clara de lo que es el acoso, y también el ciber-acoso. Seguro que le parece una idea deplorable y horrible. Piense lo que hace usted cuando una persona le gusta: mirar a qué hora se conectó al WhatsApp por última vez, cotillear sus perfiles, ver qué cosas le gustan, abrir cada enlace que esa persona ha colgado, dar al “me gusta” como si sumara puntos para un premio tombolero de una cita… ¿Cómo le llama usted a eso?

16. Aunque haya conocido a alguien por Badoo, la más rastrera de las apps para encontrar pareja, debe enviar un mensaje al día siguiente de consumar. Esto debería enseñarse en el colegio y en el hogar. No cuesta mucho enviar un escueto “Qué bien lo pasé ayer”, o “Me encantaría repetir”, o “con el sexo oral eres un desastre”, pero algo, por el amor de Dios.

17. Cambiar la foto del perfil cada diez minutos marea a los seguidores que tenga, amén de denotar una dispersión y notable falta de faena.

18. Enviar exceso de emoticonos, anunciar borracheras futuras o colgar fotos excesivamente “desenfadadas” le restará seriedad. Vivimos en un mundo muy injusto, sí, pero es necesario amoldarse: sea riguroso y serio con sus redes sociales, o bien no acepte en sus círculos a jefes, suegros y demás. Evitará miradas de desaprobación.

19. Si desempeña una actividad profesional liberal (es decir, no es inspector de hacienda, ni funcionario de prisiones) no dedique sus redes sociales para promocionarse. Es agotador el autobombo ajeno. Si como buen moderno, usted es un precario fotógrafo, periodista, diseñador o mecánico de bicis (esta última profesión hoy es hipster y bien valorada), no luzca sus logros cada tres horas y cuarto, por favor. Yo le recomiendo crearse un perfil profesional para separar sus seguidores (si los tiene) de sus amigos (si aún le quedan). Es mucho más operativo.

20. Sabemos que todos lo hacen, pero está muy feo eso de subir fotos y más fotos cuando usted sale de su aldea. Parecería que nunca ha visto el mar, o un atardecer, o cinco personas juntas celebrando algo. Por favor, no sea cateto, o aprenda a admirarse de las maravillosas rutinas que nos rodean. Hay que ser consecuente.

21. Especialmente punibles resultan las fotos de pies en playas y piscinas; y si encima hay un libro, roza lo denunciable. El buen gusto es tan necesario en redes sociales como en el resto de la vida.

22. Cuidado con las frases vacías que no aportan. No generemos más basura. No lleva a ningún sitio eso de “Me voy a dormir. Zzzz” o “¡Cómo llueve en Madrid!”. Le puede ocurrir como a Alejandro Sanz, que se ve que se aburría y puso en Twitter “Hola, ¿qué hacéis?” a lo que alguien le contestó “Tributar en España, ¿y tú?” 

Todos estos mandamientos se resumen en dos: Respete las redes tecnológicas sobre todas las cosas y ame al prójimo como a usted mismo.

Es decir, haga un uso responsable de sus dispositivos, de la información que gestiona y de su vida, sobre todo para que esta no parezca tan miserable. Si todos lo hiciéramos, la vida sería mucho más agradable.