Cine y Agosto.
Humores
de verano.

por
Eulàlia Iglesias.

Cine y Agosto. Humores de verano – O Productora Audiovisual

El cine de Jacques Tati siluetea el desencaje de un hombre de mediana edad en los nuevos espacios, costumbres y rituales de la sociedad de consumo asentada tras la Segunda Guerra Mundial. En su segundo largometraje, , el álter ego de Tati intenta integrarse en vano en la cotidianidad del ocio playero. Pero sus buenas intenciones se traducen en un sabotaje constante del orden establecido. Forjado en la pantomima y heredero del slapstick, Tati plantea su película a través de un humor casi exento de diálogos, en base a gags visuales y a una de las bandas de sonido más expresivas de la Historia. La película transmite a través de lo físico lo que para quien esto firma siempre ha sido un estado mental. La falta de adaptación a los códigos que tipifican el concepto “vacaciones de verano”.

Junto a la Navidad, el estío es el periodo del año más cinegénico. La luz de julio y agosto, la fotogenia de los paisajes, la sensualidad de los cuerpos expuestos al sol… son ganchos para cualquier objetivo. Las películas además han sabido capturar las muy diferentes formas de vivir el periodo estival. Al mismo tiempo, los meses de calor siempre han sido propicios al visionado de películas, en las largas tardes de calor en casa, en las salas refrigeradas o en los cines al aire libre.

La obra de Jacques Tati podría encabezar un ciclo sobre títulos centrados en la subversión de los ritos vacacionales. Sobre este tema, las películas navideñas ganan por goleada. Sin embargo vamos a proponer aquí un pequeño catálogo de cine de verano alejado de los tópicos y clasificado por estados emocionales. Así que no busquen en este artículo películas de trepidantes aventuras juveniles, ni de primeros amores que se recordarán con nostalgia toda la vida ni de visitas de aprendizaje espiritual a parajes exóticos.

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Sudar
el asfalto

Pasar el verano en la (propia) ciudad representa la antítesis a la regla que dicta huir del entorno urbano cotidiano durante la canícula para refugiarse en cualquier espacio que transmita la idea de frescor. Dos de las mejores películas de Spike Lee también lo son del cine de verano en el asfalto. En pocos films se pasa tanto calor como en Haz lo que debas. Sudor, sexo y hip hop se mezclan en este título indispensable de los ochenta, donde el bochorno de un mes de julio en Brooklyn caldea los ánimos de una comunidad en conflicto.

En SOS Summer of Sam (Nadie está a salvo de Sam) el verano escogido tiene un peso histórico específico. El año 1977 se recuerda en Nueva York por los asesinatos cometidos por David Berkowitz, el “Hijo de Sam”, que sumieron la ciudad en la paranoia: cualquiera podía ser el psicópata que estaba acabando con la vida de mujeres jóvenes en la gran manzana. En este ambiente de tensión, Lee introduce un personaje que se ha hecho punk tras un viaje a Gran Bretaña en un grupo de italoamericanos del Bronx presos de la fiebre de la música disco. Una rareza cultural que lo convierte en el chivo expiatorio perfecto…

En el Taipei de Tsai Ming-liang o no para nunca de llover o la sequía es de espanto. En El sabor de la sandía, esta fruta veraniega por excelencia se utiliza para sofocar sedes fisiológicas y sexuales en un periodo de muchos calores y pocas fuentes de alivio. Tsai reunía como pareja en este film a dos personajes que se habían conocido en un título anterior. El sabor de la sandía es un film de calores urbanos que se apropia y subvierte algunos códigos del cine erótico.

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Letargos
existenciales

El primer largometraje del catalán Pere Vilà, , entronca con el cine de la modernidad a través, justamente, de las películas de Tsai Ming-liang. En esta ópera prima ambientada en los meses de calor en diferentes localizaciones de la provincia de Gerona, Vilà traslada a un escenario veraniego un estado existencial habitualmente urbano. Marc, el protagonista que acaba de finalizar sus estudios universitarios y no sabe demasiado bien qué hacer con su vida, es la traslación costera y rural del típico solitario apático que deambula por la metrópolis sin un rumbo concreto. Para alguien que también creció en un pueblo turístico junto al mar, Pas a nivell retrata con precisión la abulia cotidiana de esos largos agostos entre trabajillos estacionales, horas perdidas en la playa y paseos a media tarde.

Pasiones exóticas frustradas

Las novelas de E.M. Forster datan de cuando solo los ricos viajaban por motivos de ocio. Sus personajes, británicos educados en la rígida moral victoriana, suelen experimentar un tumbo en sus convicciones durante un viaje a algún país más cálido, más relajado, más sensual. En su adaptación de Pasaje a la India y última película, David Lean firmó la versión oscura del típico film de occidental rica que se enamora y descubre su “verdadero” yo en un país más pobre. Forster estructuró su novela a partir de las estaciones meteorológicas en la India. El clímax tienen lugar en los meses de máximo calor. Como los personajes de Ingrid Bergman en el cine de Roberto Rossellini, la protagonista que encarna Judy Davis va sintiendo cómo el entorno erosiona su coraza de protección moral. Hasta que su cuerpo estalla en el episodio de las cuevas y acaba acusando de violación al doctor indico por el que se sentía atraída. Frente a los films que dibujan unas relaciones Oriente-Occidente que se equilibran a través de una pasión amorosa y/o sexual, en Pasaje a la India Lean ponía de manifiesto que, por debajo de las apariencias, las relaciones entre británicos e indios se basaban en la represión sexual, la hipocresía de clase y la dominación política.

Los dramas de Tennessee Williams parecen situados siempre en verano, con esos personajes que emanan sexualidad sudorosa por todos sus poros. J.L. Mankiewicz ya ilustró en esta conflictividad de deseo y sexo en un plano de desigualdades culturales y sociales. En este cuento gótico enfermizo a más no poder y situado en buena parte en el litoral mediterráneo, se invierte la balanza cuando el hombre blanco adulto que se aprovecha sexualmente de los jóvenes pobres europeos acaba como el depredador depredado.

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Interludios
de felicidad

Junto a Yasujiro Ozu, Ingmar Bergman y Éric Rohmer son los mejores representantes del cine estacional. Buena parte de su filmografía se puede agrupar por los meses del año en que están ambientadas las películas, una manera de fijar también los estados emocionales en que se encuentran sus personajes. El peso del verano en el cine de Bergman va más allá de la recurrente Un verano con Mónica, la película que también lo proyectó a nivel internacional después de que los jóvenes críticos de Cahiers du Cinéma se quedaran prendados de la imagen de Harriet Andersson exhalando sensualidad bajo el sol de Suecia. Juegos de verano, Sonrisas de una noche de verano, pero también Fresas salvajes, encapsulan el verano como el momento fugaz de felicidad amorosa, de júbilo erótico y de felicidad juvenil que se desvanece con los primeros vientos de otoño. Más que Pauline en la playa o Cuento de verano, la gran película de estío de Éric Rohmer es El rayo verde, la historia de una muchacha que, tras quedarse colgada justo antes de vacaciones, esquiva los caminos más fáciles para disfrutar del verano y acaba viviendo un momento de magia total gracias a ese fenómeno meteorológico que popularizó Julio Verne en una novela del mismo título.

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Tiempo
de matar…

Como quedaba claro en las películas de Spike Lee, el calor solivianta los ánimos. En El extranjero de Albert Camus el protagonista comete el asesinato molesto por el sol que cae sobre la playa. En El desconocido del lago Alain Guiraudie despierta el mal que se esconde en un paraíso veraniego, el perfecto edén gay donde hombres de todas las edades y condiciones se relacionan aparentemente de forma armoniosa junto al agua. La angustia en el film no proviene tanto de los actos de un matón sin remordimientos, sino de la atracción que siente por él, a pesar de todo, el bienintencionado protagonista. En A pleno sol, René Clément embarca a Tom Ripley en un viaje en velero por el Mediterráneo junto al millonario cuya identidad acabará usurpando. A partir de Viernes 13, buena parte del slasher ochentero se dedica a convertir el espacio vacacional en caladero para psycho killers de todo pelaje. Aunque el mérito de alterar para siempre la calma chicha del litoral en verano tenemos que atribuírselo a Steven Spielberg. Qué mejor película para programar en un cine de playa que Tiburón.

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…Tiempo de morir

Ingmar Bergman falleció en pleno verano, un 30 de julio de 2007. El mismo día murió también Michelangelo Antonioni, que revolucionó el cine con La aventura, una obra que se iniciaba como la prototípica película de vacaciones para ofrecer un quiebro conceptual que cambió la forma de entender el cine. Los meses de verano siempre se tiñen de luto momentáneo por algún nombre importante del mundo del cine. Velar por su memoria nos ofrece una oportunidad más para escaparnos de las obligaciones veraniegas.

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Eulalia Iglesias